
La recuperación del turismo ha permitido que el número de parados registrados se situara en mayo, por primera vez en 14 años, por debajo de la cota de los 3 millones. Por su parte, la afiliación se mantiene por encima de los 20 millones de trabajadores.
Se trata de unos datos positivos que muestran que las incertidumbres que lastran el crecimiento PIB no afectan, de momento, a la recuperación del empleo tras la pandemia. Sin embargo, las particularidades de la economía española y su mercado laboral obligan a analizar estas cifras con prudencia. Ante todo, por el elevado peso de la temporalidad en el empleo. La reforma que entró en vigor en enero buscaba reducir esta lacra encomendándose a la desaparición de los temporales por obra y servicio y a la consagración de los fijos discontinuos, una modalidad pensada para el turismo de temporada pero que se ha convertido en el protagonista de la nueva norma. Ambas medidas han supuesto un espaldarazo innegable a los indefinidos que suponen el 44% de los contratos firmados en el pasado mes. No obstante, estos datos no se trasladan con la misma intensidad a la EPA y a la afiliación, lo que lleva a muchos analistas a preguntarse por la duración efectiva de estos empleos.
La incertidumbre que frena el PIB no se traslada, de momento, al mercado laboral en el inicio la temporada turística
Pero más preocupante aún resulta que este porcentaje retrocede cuatro puntos respecto al anotado en el mes anterior (48%). La razón es que los contratos indefinidos crecieron solo un 4,5% en términos mensuales -lastrados por un desplome del 30% en las conversiones a fijo-, mientras que los temporales se dispararon un 21%. Esto mostraría que la estacionalidad de la economía española sigue marcando la evolución del mercado laboral, pese a una reforma laboral cuya eficacia podría haber tocado techo.