Opinión

El legado del Rey

Durante el pasado fin de semana y el primer día de la presente hemos asistido al hecho insólito en un estado de derecho, pero no tan raro en la sanchismocracia, de ver como un presidente y un gobierno que prometieron lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución violan flagrantemente el artículo 14 de la Carta Magna, en el que se afirma textualmente que "los españoles tienen derecho a elegir libremente su residencia y a circular por el territorio nacional".

Esto es exactamente lo que ocurre y ha ocurrido en la persona del Rey Emérito, D. Juan Carlos I, al que niegan el derecho de moverse en libertad e incluso a dormir en la que ha sido su casa durante sesenta años y hoy ocupan su hijo y su familia. Los mismo que le mantienen en el destierro estando libre de juicios y condenas, mientras indultan a los golpistas catalanes, acercan y liberan a los terroristas de ETA y ceden a los chantajes de los enemigos de España a los que premian con la comisión de secretos oficiales.

Una ignominia y una afrenta que contrasta con la situación de plena libertad, y hasta de elogios que reciben condenados en firme por corrupción, sedición, s o pertenencia a banda armada como Jordi Pujol, Oriol Junqueras, Arnaldo Otegui, el podemita Juan Carlos Monedero o los altos cargos socialistas condenados por prevaricación y malversación de fondos públicos en Andalucía, por citar sólo algunos de los muchos e infamantes casos conocidos.

Y aún reconociendo los errores fiscales y de otra índole cometidos por Don Juan Carlos en la etapa final de su reinado, ello no debe servir para empañar sus logros y méritos como artífice de la restauración democrática en España. Como tampoco para ocultar que no son esos errores por los que le censuran o critican desde dentro del Gobierno, sus coaligados y sus socios de la Frankenstein. Lo que hay detrás de los ataques al Emérito es un ataque a lo que su persona impulsó y que representa: el régimen constitucional, democrático y de libertades y las instituciones derivadas del 78. Exactamente todo lo que ellos odian y desprecian mientras avalan y reciben apoyos y dineros de tiranos como Putin o Maduro.

Un legado político el de Juan Carlos I que se complementa con su inestimable contribución al prestigio internacional y el desarrollo económico de España, como apunta el reciente informe de Concordia Real en el que se demuestra que la labor del Emérito contribuyó a generar 62.023 millones de euros para la economía nacional, aunque desde la asociación aseguran que el montante podría alcanzar los 125.692 millones de euros si se tienen en cuenta los 30 millones de documentos públicos y contratos firmados tras las 224 visitas oficiales de Juan Carlos I. Una actividad diplomática, realizada entre 1978 y 2014 que propició la creación de 2,4 millones de empleos en España.

Frente a esto, cabe preguntarse: ¿Cuánta riqueza y cuánto empleo han generado la sociedad Sánchez-Calviño y Cia, al margen de los 1200 asesores contratados a dedo, la mayor cifra de la democracia, que pagamos todos los españoles.

Un gobierno el socialpodemita con el que, en términos relativos seguimos a la cola del empleo en Europa: o duplicamos la media europea en tasa de paro (13,5% frente 6,2%), lo que significa que uno de cada 4 parados en Europa es español. El mismo Ejecutivo que mientras la inflación crece por encima del 8% con un perjuicio muy elevado para las rentas medias y bajas, se beneficiaba de un incremento de la recaudación tributaria del 20,2 %, 9.200 millones de euros más.

Realidad esta que se constata al comprobar que la renta per cápita española es ya 7 puntos inferior a la media de la UE y que la combinación de mayor tasa de paro de Europa con una de las mayores tasas de inflación nos sitúa a la cabeza del Índice de Miseria Okun, que mide el deterioro de la economía y de la calidad de vida de las clases medias y bajas de la sociedad.

Y para culminar este cúmulo de despropósitos aparece el estéril ministro Garzón calificando al Emérito de delincuente. A lo mejor deberían recordarle aquello de "cree el ladrón…" que proclama el refranero.

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