Como en la emblemática novela de Jean Paul Sartre, la injustificada e injustificable destitución de Paz Esteban al frente del Centro Nacional de Inteligencia, que no por anunciada deja de ser menos escandalosa, nos evidencia un estado de descomposición de las instituciones del Estado que no puede menos que traducirse en repugnancia y nausea ante este patético culebrón de escuchas, mentiras y vergüenzas, salpicado con la deshonrosa rendición del gobierno del Estado ante quienes quieren destruirlo.
Una destitución que no sustitución, como quiere disfrazar Sánchez por boca de la ministra de Defensa su nueva humillación ante los independentistas catalanes y el resto de los Frankenstein, protagonizando el hecho insólito de ver a un presidente del Gobierno que entre los enemigos de España y los servidores de España y del orden constitucional se pone al lado de los enemigos del país que preside, lo que podría ser interpretado como un acto que raya la prevaricación y una felonía al faltar a la promesa que realizó en su toma de posesión como jefe del Gobierno en la que prometió "lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución".
Unos grupos separatistas de los que es rehén y cooperador necesario que, además, son también los amigos de Vladmir Putin y de sus crímenes de guerra en Ucrania tras confirmarse que el fugado Puigdemont se reunió con un emisario del tirano del Kremlin el día anterior a la declaración unitaria de independencia, quien le ofreció el envío a Cataluña de 10.000 soldados, pagar la deuda catalana y criptomonedas.
Pero Sánchez no sólo ha cometido una injusticia con una fiel servidora de los intereses de España y de la democracia, a la que corta la cabeza por haber cumplido con su deber de vigilar y garantizar la seguridad de todos los españoles y ejecutar la misión que encomienda la legislación al organismo del que era directora con el preceptivo conocimiento del Ejecutivo y con la autorización judicial correspondiente. También han cometido, él y su Gobierno, una deslealtad con las instituciones del Estado y con los funcionarios del CNI y de la Administración entera que se ven ahora desmoralizados y desamparados ante cualquier nueva veleidad del Presidente o exigencia de quienes le mantienen en el cargo a cambio de cesiones y coacciones.
Eso, con el añadido de poner en grave riesgo la credibilidad de los servicios de inteligencia y la seguridad nacional. ¿Qué país aliado va a confiar ahora en España y en los servicios secretos de un Estado al que su jefe de Gobierno ha dejado al nivel de bananero y a menos de dos meses de acoger la cumbre de la OTAN? ¿Quién va a ofrecer información reservada sobre Rusia, el yihadismo, el narcotráfico o la inmigración ilegal a un país en el que el jefe del gobierno ha metido a los amigos de Putin, de Maduro y de las dictaduras iberoamericanas en la Comisión de Secretos Oficiales?
Eso con el añadido, al que ya hicimos alusión en su momento, de una posible derivada económica a través de la paralización de inversiones de empresas estratégicas y multinacionales por la inseguridad jurídica y administrativa que genera y al comprobar que, como ha dicho el ex ministro Josep Piqué "las comunicaciones con el gobierno de España son perfectamente interceptables".
Vilezas y mentiras tan vergonzosas como la comparecencia de la Ministra de Defensa tras el Consejo de Ministros. Una Margarita Robles que no dio ni una sola explicación sobre los motivos del cese de su subordinada - evidentemente no podía- y que tampoco ha tenido la dignidad de ligar su destino al de Paz Esteban a la que había defendido en el Congreso sólo cinco días antes. Y con ella son también cómplices de este atentado a la imagen de España y a la seguridad nacional todos los diputados y miembros de lo que un día fue el PSOE, un partido de Estado, y que ahora es una banda de palmeros al servicio de los intereses personales de su secretario general y presidente del Gobierno.
Y para cerrar el cúmulo de cinismos y procacidades sólo faltaba la ministra Calviño negándose a posar en una foto junto a los organizadores del primer "Madrid Leaders Forum" por ser la única mujer, cuando si tuviera un mínimo de decoro y autoestima la foto que debería abandonar sería la del Consejo de Ministros.