El futuro de España y de Cataluña está en manos de Albert Rivera y de Oriol Junqueras, que como en la película dirigida por Peter Farrelly y Bobby Farrelly, son Dos tontos muy tontos (1994). Los dos tienen en sus manos los votos y los escaños necesarios para desbloquear la situación, pero ni uno ni otro saben por dónde sopla el viento de la historia.
Hay pocas dudas de que Junqueras fue el principal instigador del golpe de Estado que, según la Fiscalía, se produjo el pasado 1 de octubre del 2017. En un mundo cada vez más globalizado, enfrentar a una sociedad para lograr la sedición de un territorio es tanto como intentar escalar una catarata.
Sin embargo, es con él con el que Pedro Sanchez tendrá que pactar una salida al conflicto catalán. Que Cataluña dependa de Junqueras, Gabriel Rufián, Marta Rovira y otros dirigentes de ERC, igual o más fanáticos si cabe, da escalofríos.
En el otro extremo ocurre lo mismo con Albert Rivera, que está empujando a Pedro Sanchez a una investidura de izquierdas. Como ha dicho Manuel Valls, apostar a "cuanto peor mejor es estúpido". La sola posibilidad de que se forme un Gobierno de coalición PSOE-Podemos, con el apoyo de los nacionalismos periféricos, ha provocado un enorme malestar en los mercados financieros.
La posibilidad de que se siente a Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros, ocupando una vicepresidencia económica, produce algo más que alarma. Las reclamaciones del dirigente del partido morado, exigiendo Hacienda o Empleo con la Seguridad Social, de hacerse realidad dispararía la prima de riesgo como una flecha. Dada la enorme deuda que sufre el Reino de España (1,2 billones de euros) cada décima que suban los tipos de interés tiene un coste altísimo.
Una subida significativa de impuestos como reclama Iglesias a las empresas y a las clases medias para cubrir el déficit público podría precipitar la desaceleración del crecimiento que se vislumbra. Una nueva subida del salario mínimo interprofesional, hasta alcanzar los 1.200 euros mensuales, dañaría seriamente al empleo. Adelantar la jubilación a los 60 años, como propone el programa podemita, podría quebrar la Seguridad Social sin remisión. Hacer una conferencia para decidir a qué inversores se paga y a quién nos llevaría de cabeza a un "default".
El mundo económico quiere un Gobierno de centro izquierda formado por el PSOE y Ciudadanos, que asegurase la estabilidad durante los cuatro años de legislatura, al sumar 180 escaños. Los dos tienen programas económicos muy complementarios. La tendencia al gasto de los socialistas podría ser corregida por Ciudadanos.
Sin embargo, el empecinamiento de Rivera por convertirse en el líder de la nueva derecha impide una salida racional a la situación. De ahí la decepción que ha provocado "el chico de Granollers" entre las élites del poder.