Opinión

Sigue el ciclo adverso para la banca

Los analistas bursátiles empeoran sus expectativas sobre la banca cotizada española, hasta el punto de que ahora esperan que las ganancias del sector desciendan en 2019 con respecto al año anterior.

Pese a que es un retroceso leve (del 1,2 por ciento), esta caída supone que los bancos se retrotraen a un escenario semejante al sufrido en 2012, el año más duro de la pasada crisis financiera. Es cierto que los expertos ven posibilidades de que el traspié de 2019 sea temporal y el beneficio de las entidades crezca en 2020 un 8 por ciento. Sin embargo, conviene ser cautelosos. La banca europea, y en particular la española, se halla en medio de una tormenta perfecta, a la que aún no se puede atisbar un final. Por un lado, sus problemas judiciales no han terminado pese a que en junio entra en vigor la nueva Ley Hipotecaria. El Tribunal de la UE discute su fallo sobre el uso del índice IRPH en este tipo de créditos y es posible que en el próximo septiembre anticipe otra sentencia contraria a los bancos. Pero el gran problema proviene de los escasos alivios que pueden esperarse del BCE. Fráncfort descarta la retirada de algunas de las penalizaciones que aplica a los bancos, como la tasa de depósito negativa que grava sus excesos de liquidez. Más alcance tienen los tipos de interés anulados, cuya vigencia se prolonga sine die ya que el presidente Mario Draghi pospone cualquier decisión sobre ellos a 2020, cuando él ni siquiera seguirá en el cargo. Si a todo ello se suman los retos que plantean la nueva (y exigente) regulación del sector, y los altos costes que supone la digitalización, debe concluirse que el ciclo continuará siendo adverso para el sector financiero. Esa situación obligará a que sigan los ajustes o se produzcan más fusiones.

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