
Si se concreta un Gobierno del PSOE en el que Podemos pudiera imponer gran parte de su programa, la economía española se resentiría y moderaría tanto su crecimiento que podríamos encontrarnos ante una nueva recesión a la vuelta de unos años. A nadie se le escapa que el programa económico con el que el PSOE ha concurrido a las elecciones está más cerca de Podemos que de Ciudadanos, pero en algunos aspectos con una cuidada ambigüedad que le permite graduar las políticas aplicables. Sin embargo, Podemos es mucho más explícito y la aplicación de su programa deja menos margen de actuación y es mucho más radical.
El primer problema que surge es el de la confianza. Un Gobierno de este corte generaría desconfianza entre inversores y empresas, como ya han manifestado amplios sectores económicos, lo que conduciría inexorablemente a una caída de la inversión, tanto nacional como exterior, al empeorarse las expectativas. Para ello ni siquiera haría falta la adopción de medida alguna, simplemente el anuncio de la entrada de Podemos en el Gobierno o que ocupara puestos claves en determinadas carteras económicas generaría este resultado.
Tanto el PSOE como Podemos pretenden la subida del SMI a 1.200 euros durante la legislatura. Mientras el PSOE la condiciona a la evolución de la economía, para Podemos esta subida podría resultar incluso insuficiente, ya que su verdadero objetivo es el 60% del salario medio, lo que podría representar una cifra incluso mayor. La subida del SMI a 900 euros fue forzada por Podemos, y la asumió el PSOE, a pesar de las advertencias de amplios gabinetes económicos, incluido el Banco de España, que desaconsejaban la medida.
Si finalmente las tesis de Podemos se impusieran, la destrucción de empleo sería irremediable y se generarían bolsas de empleo sumergido, sobre todo en el pequeño comercio, la hostelería y la agricultura. Muchas empresas no podrían asumir el incremento de salario y las cotizaciones sociales, que representarían un incremento de coste anual de unos 6.000 euros por empleado.
Podemos pretende una derogación sin matices de la reforma laboral. El PSOE no es seguro que en solitario adoptara esta medida. Si las tesis de Podemos se imponen, se establecería la ultraactividad de los convenios con carácter indefinido y no con la limitación actual de un año, lo que supondría contractualizar las condiciones del convenio extinto en tanto en cuanto no hubiera uno nuevo, lo que limita la capacidad de negociación de las empresas en aras a adaptarse a nuevas condiciones del mercado. Por otra parte, podrían desaparecer la mayoría de las causas que justifican un contrato temporal, dejándolos solo para situaciones imprevistas de la producción, lo que aumentaría las rigideces de las plantillas y afectaría directamente a la creación de empleo.
En cuanto a la fiscalidad, el programa del PSOE es suficientemente agresivo como para tener efectos negativos en el crecimiento, ya que pre-vé subidas de impuestos para las empresas, las transacciones financieras y los contribuyentes de rentas altas. Por supuesto, un acuerdo con Podemos reforzaría estas subidas, que se expresan de forma similar en su programa, pero se podrían añadir otras subidas en las cotizaciones sociales para financiar incrementos en las pensiones, tanto para mantener el poder adquisitivo como para aumentar las pensiones mínimas. El aumento en las cotizaciones sociales se orientaría a los salarios más altos, lo que podría contribuir a desincentivar que las multinacionales establecieran centros de decisión en España o los deslocalizaran, sobre todo si tenemos en cuenta la suma de mayor fiscalidad para los directivos con altos salarios junto con un incremento de las cotizaciones sociales por los mismos. Seguramente y para poder cumplir con el incremento del gasto, objetivo prioritario, y el déficit, dada la escasa recaudación que conllevaría el mayor gravamen a las rentas altas, se trasladarían subidas de impuestos a las rentas medias. La política fiscal aplicada sería fuertemente contractiva, efecto que no se podría considerar mitigado por el aumento en el gasto público, ya que su efecto multiplicador en el crecimiento es limitado, por más que se argumente que parte del mismo iría a reforzar la renta disponible de sectores con bajos ingresos.
Es obvio que tanto el PSOE como Podemos pretenden una expansión del gasto público y llevar el déficit al máximo que sea tolerado por la UE. No parece una medida muy acertada, dado que el riesgo es que la situación económica se deteriore y no se cumplan los objetivos de recaudación, circunstancia bastante probable dado el carácter contractivo de la mayoría de las medidas económicas que se implementarían. Por otra parte, se prevé un encarecimiento de la deuda, con el consiguiente gasto de intereses, que podría verse agravado por incrementos en la prima de riesgo, que podrían ser consecuencia del deterioro económico inducido y del incremento del gasto.
La suma del PSOE más Podemos restaría empleo, inversión y actividad, incrementando el gasto público, los intereses de la deuda y las necesidades financieras del Estado. Es decir, prepararía el escenario para una nueva recesión, pero en los programas económicos de estas dos formaciones no figura cómo salir de ella, pues seguramente correspondería a otros partidos abordarla, en una repetición de la historia que España ya ha vivido antes.