El expresidente de la Comunidad de Madrid, Ángel Garrido, ha abandonado la competición internacional -el número cuatro por el PP para las europeas del próximo 26 de mayo- para luchar por Madrid - en el número 13 de la lista de Ciudadanos para la Comunidad- y dejar de ser, en su formación, el Vicente del Bosque que siempre viene a rescatar al partido o al Ejecutivo de turno, y con éxito, en sus momentos más delicados, como cuando relevó a Cristina Cifuentes en la Presidencia regional.
La decisión de Garrido supone un gol por toda la escuadra en la portería de Génova, un tanto del que Pablo Casado se enteró por la prensa, sin VAR posible que pueda replantear la jugada y a menos de cuatro jornadas para unas generales en las que los populares se juegan por primera vez, y como nunca, la permanencia en primera división.
Las razones últimas quedan en el silencio discreto de un moderado Garrido, que demostró durante el conflicto de los taxistas y las VTC su entereza y coherencia, quizá no reconocidas por su partido con un justo correlato.
Ahora, Garrido comienza una andadura con Ciudadanos, no exenta de polémica, en la que se enfrentará con sus excorreligionarios, pasando algunos de ellos de rivales a adversarios.
Si examinamos la acción ab initio, y sentando la base de que la política y el fútbol son distintas instancias, solo cabe esperar que su decisión no le traiga las mismas consecuencias que al exseleccionador de La Roja.
