Opinión

Francisco González... ni un minuto más en el BBVA

  • La presión del BCE y del BdE hacen insostenible la situación
El presidente de honor de BBVA, Francisco González. Foto: Reuters.

Francisco González no puede seguir ni un minuto más en la presidencia de honor del BBVA, ni en la Fundación de la entidad. Cada día que pasa, la situación empeora. Las declaraciones realizadas el pasado martes en sede parlamentaria por el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, suponen un mazazo a la inacción del consejo de administración de la entidad. Si FG no ha sido capaz de dar un paso atrás, tras desvelarse los presuntos desmanes realizados durante sus años de mandato junto al comisario Villarejo, debe ser el máximo órgano de administración del banco el que fuerce su salida para evitar, como dijo el gobernador, el "importante efecto reputacional" de este caso.

A la presión de la entidad supervisora española se suma la del BCE, el jueves anterior. Su vicepresidente, Luis de Guindos, no perdió la ocasión de pronunciarse sobre la situación de FG y BBVA y eso que habitualmente la institución europea suele rechazar hacerlo sobre entidades concretas. Guindos destacó que "el tiempo es esencial", dando un mensaje claro a los actuales gestores de la urgencia.

La preocupación es clara y evidente incluso en el Gobierno. No hay más que ver las acaloradas conversaciones que mantuvieron la ministra de Economía, Nadia Calviño, y el presidente de BBVA, Carlos Torres, durante su encuentro en el foro de Davos y las airadas reacciones de algunos de los espiados, como Miguel Sebastián.

"El nuevo equipo gestor, encabezado por Torres y Onur Genç, debe ser capaz de romper con el cordón umbilical, máxime cuando de lo único que se trata es de una posición cuyo papel es reconocer el honorable desempeño del directivo al frente del banco en los último 20 años"

La propia entidad, por el bien de sus accionistas, debe ser rápida. La investigación que ha puesto en marcha con la ayuda de PwC, Garriges y Uría tiene que ser contundente y con la máxima transparencia, para evitar que este asunto pueda acabar complicándose pero tampoco puede demorarse ya que la presión es insostenible y perjudicial para el resto del sector financiero.

El nuevo equipo gestor, encabezado por Torres y Onur Genç, debe ser capaz de romper con el cordón umbilical, máxime cuando de lo único que se trata es de una posición cuyo papel es reconocer el honorable desempeño del directivo al frente del banco en los último 20 años, un extremo que evidentemente ahora está en duda. BBVA debe tener claro que el papel de los fondos activistas es cada vez mayor en Europa y no se puede llegar a descartar la presentación de una acción colectiva, si finalmente se viera perjuicio para el accionista. Francisco González debería recordar que fue la negativa del gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, (hoy consejero de BBVA) la que sirvió para descarrilar la estrategia de Luis del Rivero (que después protagonizó nuevos sonoros fracasos, como su intento de asedio a Repsol). Justo por ese respeto a las instituciones y para que quede una pizca de ética debería recoger sus bártulos, aunque solo fuera para centrarse en su propia defensa.

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