Opinión

Resolución de problemas complejos: la primera competencia imprescindible en la 4ª Revolución Industrial

El World Economic Forum considera que la resolución de problemas complejos es la primera habilidad indispensable para prosperar en la cuarta revolución industrial. Que la vida que vivimos y el mercado en el que habitan las empresas son cada vez más complejos es un hecho tan cierto como imparable. Conforme el progreso avanza, las necesidades del ser humano se hacen cada vez más sofisticadas y, recíprocamente, la creación de valor por parte de las organizaciones también gana en complejidad. Esto tiene como consecuencia directa que los problemas que se generan cada vez distan más de ser sencillos.

Los problemas complejos se caracterizan porque no tienen una definición clara, el objetivo a lograr tampoco es evidente y los pasos que hay que dar son igualmente difusos. Quizá el mayor (y más dramático) ejemplo de problema complejo reciente ha sido la crisis económica global. Es verdad que, cuando apareció, existían análisis parciales que permitían explicar lo que estaba ocurriendo a determinados niveles, pero se tardó mucho en poder analizar qué estaba ocurriendo realmente.

Mucho más difícil fue fijar el objetivo a lograr y, más aún, definir los pasos que había que dar. De hecho, durante mucho tiempo se han seguido produciendo, y posiblemente se seguirá haciendo, análisis sobre análisis que intentan arrojar mayor luz a tan complejo y devastador fenómeno.

Sin embargo, no hace falta citar un ejemplo tan extremo de este tipo de problemas, porque existen en todas las organizaciones. En muchos casos, los resultados no son los esperados o, peor aún, surgen imprevistos graves y, al estar la cadena de valor repartida en múltiples departamentos y las responsabilidades muy repartidas, tampoco resulta fácil en ocasiones saber qué es lo que está pasando, cuál es el objetivo a conseguir y qué debe hacerse.

Por este motivo, cada vez serán más necesarios profesionales con visiones sistémicas y amplias de los procesos internos y externos que dan vida a las organizaciones. Que, al mismo tiempo, sepan analizar la información disponible con agilidad y que, por último, puedan proponer acciones concretas para mitigar o solucionar los problemas. Igualmente, es necesario que sepan cuándo rectificar y cuándo perseverar.

De hecho, se calcula que para 2020 aproximadamente uno de cada tres puestos de trabajo requerirán este tipo de habilidad como competencia central.

Sin embargo, hay dos cualidades, quizá menos obvias y también vinculadas a este tipo de problemas, que merece la pena mencionar: una es la capacidad de no venirse abajo cuando acontecen eventos de consecuencias graves. Es decir, la agilidad emocional necesaria para sobreponerse, con una visión práctica y resolutiva que permita poner toda la energía en resolver el problema y no en lamentarse por lo sucedido. Y la segunda es contemplar este tipo de incidencias como lo que son, es decir, problemas complejos que, en muchas ocasiones, no son culpa de nadie en concreto, al tiempo que lo son de todos a la vez.

Es decir, erradicar la búsqueda de culpables tanto como la auto-exculpación y centrarse cuanto antes en lo que verdaderamente importa, que es resolver el problema. Tanto más cuanto más complejo sea.

Nota: este artículo está basado en el informe del World Economic Forum "The 10 skills you need to thrive in the Fourth Industrial Revolution"

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