Opinión

El Corte Inglés se libera de lastres

En enero, El Corte Inglés logró la refinanciación de los 3.650 millones de su deuda bancaria. Esa operación constituyó un paso muy positivo para el gigante de la distribución.

No en vano, entre otras consecuencias, se inició el camino para reemplazar el crédito puente (cuyo saldo vivo era de 2.153 millones) firmado en 2013.

Desde ese año las condiciones de los mercados no dejaron de suavizarse, al compás que marcaba la reducción de los tipos de interés, y es lógico que El Corte Inglés quisiera beneficiarse de esa situación.

Pero aún más estimable es que la firma presidida por Jesús Nuño de la Rosa no se conforme con refinanciar su pasivo, sino que ahora se plantee también continuar reduciendo una parte importante del mismo. En concreto, planea amortizar 1.100 millones, mediante la venta de activos inmobiliarios.

La empresa no tiene que sacrificar para ello las joyas de la corona de su parque de grandes almacenes y centros logísticos (situados en puntos neurálgicos de las principales ciudades de España).

La puesta en el mercado de activos como locales y solares de pequeño tamaño, o incluso de divisiones no estratégicas de su negocio (como la de Informática), puede contribuir decisivamente al objetivo de reducir la deuda de El Corte Inglés a medio plazo hasta los 2.500 millones.

Pero no sólo se trata de hacer más manejable el volumen del pasivo. Ante la próxima emisión de bonos que la empresa ultima, la reducción de este lastre puede influir en las agencias que tienen que calificar el grado de riesgo de esos activos.

La posibilidad de que El Corte Inglés se acerque lo máximo posible al grado de inversión no sólo reduce los intereses que tendrá que ofrecer, sino que amplía el espectro de posibles inversores.

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