
El 24 de julio pasado el banco central de Turquía decidió mantener inalterados en el 17,75% los tipos de interés, pese a que los mercados esperaban un incremento de entre medio punto y un punto para contener la inflación, que supera el 15% interanual. Detrás estaba la mano del presidente turco Tayyp Erdogan, que desde su triunfo arrollador en los últimos comicios, extendió los tentáculos de su poder al gabinete de mando del Banco Central. La lira acogió la noticia ese día con un retroceso del 3%, que llevó su caída a alrededor del 20% anual. Este viernes, la devaluación alcanzó el 38%.
La culpa la tiene Erdogan, que para tomar el control absoluto de la economía primero se atribuyó las funciones del gobernador del banco central y luego colocó a su sobrino, Berat Albayrak, al frente de las Finanzas. Nada más tomar posesión anunció un nuevo modelo económico, al margen del mercado.
El autoritario presidente turco se empeñó en mantener los tipos de interés pese a unos precios desbocados para no dañar el consumo y el meteórico crecimiento. Este mismo viernes aseguró que la caída de la lira le importaba un bledo y que lo mejor estaba por venir. Pero la economía tiene sus propias reglas y no suelen coincidir con la voluntad de los mandatarios.
La creciente desconfianza en la política económica y las sanciones de Trump contra dos ministros turcos, por retener a un párroco americano acusado de incitar al golpe de 2016, fue la guinda del pastel de la crisis. Este viernes anunció que duplicará las tarifas para las importaciones de aluminio y acero, del que Estados Unidos es su primer destino.
La apreciación del dólar está causando estragos en todo el mundo emergente. El FMI acaba de aprobar un préstamo de más de 30.000 millones para sostener el peso argentino, mientras que el desplome del real brasileño crea serias dificultades al país carioca. Ankara no tiene un tamaño suficiente para provocar una crisis financiera global, pero muchos expertos comienzan a poner en duda su capacidad para hacer frente a los próximos vencimientos de su deuda.
Su endeudamiento alcanza casi el 50% del PIB, uno de los más altos del mundo emergente y casi la mitad de éste es en dólares. La sombra del rescate del Fondo Monetario que sufrió en 1999 se cierne de nuevo sobre Turquía. Pero hasta esta posibilidad está complicada, ya que Washington es el principal socio y contribuyente del organismo financiero multilateral.
Sin ayuda multilateral, el bello país que se asoma al cuerno de oro del Bósforo puede sufrir un colapso, que arrastre a gran parte de sus empresas y ciudadanos a la bancarrota, pese a las ínfulas de su ignorante presidente. El BCE vigila a las tres entidades europeas por su exposición al país, entre las que figura el español BBVA, dueño del Garanti, el mayor banco privado.
El Garanti es un capricho de Francisco González (FG), en contraste con Bancomer, la principal fuente de ingresos del grupo, que fue adquirido por su antecesor, Emilio Ybarra. FG estaba convencido de que Turquía estaba llamada a convertirse en una gran potencia a medio o largo plazo. Pero no contaba con que Turquía caería en el bando ruso bajo la peligrosa deriva de Erdogan. En vez de reconocer su error, como hizo el HSBC, que se marchó del país, persiste en ello. Ha subido su apuesta por el Garanti hasta en tres ocasiones, desde el 25 por ciento en 2011 hasta casi el 50 por ciento.
En la última presentación de resultados a finales de julio, su consejero delegado, Carlos Torres, aún decía, paradójicamente, ante las preguntas de la prensa, que el BBVA se encontraba "muy cómodo" en Turquía. Torres explicó que tenía cubierto el riesgo de la depreciación de la divisa, lo que no dijo es que el banco se enfrenta a un incremento prolongado de la morosidad y a un probable incremento de las provisiones si las cosas se complican.
Torres es la gran apuesta de González para sucederle, según dijo él mismo. No parece que un especialista en banca online presente el mejor perfil para enfrentarse a estas dificultades. González debería tomarse en serio su jubilación y elegir un sucesor digno en el banco español. El reciente fichaje de Jaime Caruana, exgobernador del Banco de España, es el que más papeletas tiene. Caruana acumuló una gran experiencia para lidiar con estas situaciones al frente del Banco Internacional de Pagos (BIS). El ángel caído es José Manuel González Páramo, exconsejero del BCE.
Afortunadamente, la supervivencia del banco no está en riesgo, aunque sufra las consecuencias. Su situación en España es sólida, así como en otros mercados como México o Estados Unidos. elEconomista es el único periódico español que adelantó la grave situación turca en una portada la semana pasada y mediante una alerta a los miembros del Club de Empresarios, el portal para suscriptores.
El siguiente en la diana de Trump es Rusia, al que incrementará las sanciones por considerarlo responsable de las muertes con gas nervioso en el Reino Unido. El caso ruso es diferente, porque Putin tiene grandes recursos de hidrocarburos (gas y petróleo) para defenderse, pese a que las nuevas sanciones se suman a las aplicadas tras la invasión de Ucrania y la anexión de Crimea.
Hasta ahora sólo Estados Unidos y Japón parecen inmunes a las tendencias hacia la moderación del crecimiento. En ambos casos, se debe a los programas de estímulo económico planteados por sus respectivos gobiernos, que en Tokio se acompañaron de una política monetaria agresiva.
En Estados Unidos, donde el año puede concluir con tasas del 3%, superior en una décima al excepcional dato de 2017, se apunta ya a un frenazo de alrededor de medio punto del PIB en 2019, una vez que desaparezca el efecto de la rebaja fiscal.
En todos los casos, los expertos mencionan la guerra comercial declarada por el mandatario norteamericano como el elemento de incertidumbre que está retrasando inversiones u operaciones importantes. La más conocida es la frustrada adquisición por Qualcom de la holandesa NXP por más de 40.000 millones, debido al silencio administrativo en el que se sumió el Gobierno chino.
La decisión de imponer aranceles del 25% a 200.000 millones de las importaciones de China, más de la mitad del déficit comercial que Estados Unidos mantiene con el país asiático, es visto como otra de las principales causas de incertidumbre. China respondió esta semana con gravámenes similares para otros 60.000 millones en productos estadounidenses, que unidos a los 36.000 ya en vigor, prácticamente alcanzan a todas las importaciones americanas. Por eso, se espera que los siguientes pasos sean aún más temerarios y arremeta contra los servicios de empresas americanas, como Apple.
El presidente chino Xi Jinping reaccionó primero devaluando el yuan alrededor del 8 por ciento para contrarrestar los aranceles y luego abriendo el grifo del crédito e incrementando la inversión en obra pública para combatir la caída de las ventas a Estados Unidos. Además de buscar mercados alternativos para sus artículos. De momento, no hay visos de que la economía china se resienta, pero aún es pronto porque el grueso de los aranceles no entra en vigor hasta el próximo 23 de agosto.
Trump revive las tensiones de la Guerra Fría con las sanciones a Rusia, Turquía o Irán, a la par que intenta cortar la transferencia de tecnología a China. Unas nuevas reglas para el comercio y de reparto de poder con las que es difícil prever qué consecuencias económicas acarrearán a medio o largo plazo.
PD.- En el plano interno, una parte de los socialistas presiona a Sánchez para adelantar los comicios y aprovechar el retroceso de Podemos en los sondeos (podría perder alrededor de 30 diputados, según el CIS) y las dudas sobre el nuevo líder del PP, Pablo Casado. Existe también un gran disgusto por el fichaje de su esposa, Begoña Gómez, por la fundación para África del Instituto de Empresa (IE) después de utilizar el Falcon para asistir a un concierto de The Killers, uno de sus grupos favoritos, en Benicàssim. La esposa de Sánchez no tiene experiencia en la gestión de proyectos en el exterior. "Cuanto más tarde en convocar, más va a meter la pata", apuntan en el PSOE.