Opinión

Un buen acuerdo para el SPD alemán

A cuatro meses de las elecciones el bloque conservador (CDU/CSU) liderado por Angela Merkel y la socialdemocracia (SPD) de Martin Schulz llegaron a un acuerdo para reeditar la gran coalición. El SPD ha sabido negociar bien. La formación, que en los comicios cayó a un mínimo histórico de 20,5 por ciento de los votos, se asegura el trascendental ministerio de Exteriores y la cartera clave de Finanzas (control del dinero). Conviene resaltar que hasta ahora ambos ministerios habían estado en manos de partidos diferentes. Además, ha logrado la de Trabajo y Asuntos Sociales (y dar forma así a políticas concretas para la justicia social, algo esencial para el debilitado SPD de cara a su electorado).

Se puede decir que la canciller en funciones ha actuado por el interés y estabilidad del país. Algo que se aprecia en el extranjero y - en especial - en la Unión Europea, pero que le ha hecho perder puntos en su partido. Hubo boicot y ataques desde sus propias filas, donde incluso se especuló con posibles sucesores. En manos de la CDU queda la cancillería y… no mucho más. No tiene ninguno de los ministerios realmente decisivos y no existe proyecto.

El ámbito de la política exterior, crucial para el resto de la UE, fue el menos complicado. La apuesta de conservadores y socialdemócratas por el resurgimiento de Europa es clara. El mensaje diáfano: "Queremos ser más europeos y seguir adelante con el proceso de integración".

La Unión se recupera de los efectos -alto desempleo y endeudamiento fiscal- de la crisis del euro. Para algunos países la eurozona se había transformado en una suerte de camisa de fuerza, ya que ninguno de sus integrantes puede de manera unilateral devaluar la moneda co- mún. Desde que Emmanuel Macron llegó al Palacio del Elíseo, su propuesta es refundar la Unión Europea, una idea que Merkel comparte.

Ante el America first de los Estados Unidos de Do-nald Trump, Berlín asume su responsabilidad global y aboga por un incremento de la cooperación. El objetivo es reforzar las organizaciones internacionales e impulsar el desarme. Hubo por ello un fundamental consenso para prohibir la exportación de armas a zonas en conflicto. Las normas vigentes van a endurecerse, aunque sin llegar a imponer una ley de control como deseaba un sector del SPD. El pasar por los tribunales - se considera - hubiera limitado el margen de acción alemán en el contexto mundial. Comunidades germano-israelíes han criticado la postura del futuro Ejecutivo de considerar que la política israelí de asentamientos contradice el derecho internacional y dificulta la solución de los dos Estados. Sin embargo, Bruselas y la mayoría de la comunidad internacional coincide con el reproche de Berlín.

Se ha pactado que la inversión en cooperación al desarrollo, prevención de crisis y ayuda humanitaria aumentará "al compás" del gasto en defensa.

Respecto a las negociaciones con Turquía no se abrirán capítulos nuevos. Como presidente del Parlamento Europeo, Schulz criticó con dureza al presidente Recep Tayyip Er-dogan. No obstante, tampoco se cerraron aquellos otros ya abiertos. Se quiere asegurar y reforzar -por mínimos que sean- los progresos en materia de derechos humanos y Estado de Derecho. Es vital también cuidar la relación con Ankara como socio de la OTAN en la resolución de los conflictos regionales.

La política de asilo y refugiados ha constituido un éxito en las conversaciones. Se ha mantenido lo acordado previamente optando por una "política responsable". La mayoría asume la necesidad de introducir un enfoque de control y limitaciones. Se trata, en resumen de una política de refugidos "realista" que permite a las personas venir siempre que se pueda garantizar su alojamiento y cuidado. La UE carece todavía de una política común para enfrentarse a este reto. Mientras Alemania abrió sus puertas a casi un millón y medio de refugiados, países como Hungría y Bulgaria eligieron reforzar sus barreras fronterizas. Asimismo, la crisis de los partidos políticos tradicionales, en muchos países ha permitido la reaparición de populismos y nacionalismos antiinmigración y antiislam. Y, sobre todo, contrarios a la existencia misma de la UE (el Brexit, solo uno de muchos ejemplos).

En relación con Rusia, Alemania mantiene su crítica a la anexión de Crimea y el conflicto de Ucrania. Una violación inaceptable del derecho internacional.

Para la formación de Gobierno queda un último escollo. En cuatro semanas los 463.000 miembros del SPD deberán votar si aceptan el acuerdo de coalición. Una cuestión no menor. Es sabido que las bases son díscolas y se teme la revuelta. Que es esta una eventualidad que se toma muy en serio lo demuestra la renuncia de Schulz a ocupar el cargo de ministro de Exteriores en el próximo Ejecutivo.

Ante la fuerte presión interna decidió "no anteponer las ambiciones personales a los intereses del partido". Y es que pese al buen acuerdo alcanzado, el descontento entre los militantes por la situación de la socialdemocracia es grande.

WhatsAppFacebookTwitterLinkedinBeloudBluesky