
La intervención y venta in extremis de Popular sigue notándose en el sector financiero español. De hecho, esta semana, se ha confirmado su fuerte impacto en el segmento de la banca mediana, hasta el punto de impulsar a la CNMV a enmendar su hoja de ruta más habitual, para actuar abiertamente sobre el mercado. Lo hizo prohibiendo las posiciones bajistas en Liberbank durante un mes. Pero el debate, lejos de restringirse a la entidad asturiana, se extiende hasta abordar la conveniencia misma de que esta clase de bancos cotice.
La discusión está en su punto álgido, considerando que un nuevo banco de este tipo, Unicaja, está a punto de saltar al parqué. Una reflexión precipitada concluiría que la banca mediana está, per se, condenada a despertar desconfianza. Las razones serían la debilidad que supone su pequeño tamaño y su baja protección ante ataques especulativos, derivada del escaso volumen de acciones sometidas a negociación habitual en bolsa (free-float).
Ahora bien, basta invocar el ejemplo de Bankinter o Renta 4 para desechar un argumento tan categórico. Ambas son entidades pequeñas que, sin embargo, despiertan confianza. Su secreto estriba en los buenos niveles de capital, morosidad y rentabilidad sobre recursos propios que presentan. Son todas variables comprobables que acreditan solidez y que resultan valiosas en todo escenario, pero especialmente en el actual, cuando la anulación de los tipos de interés y la nueva regulación ponen a prueba a todo el sistema financiero, pero especialmente a las entidades pequeñas.
Es comprensible, por tanto, que los inversores se muestren exigentes con ellas, por lo que deben estar preparadas para exhibir músculo y ganarse su confianza.