El inversor está desconcertado con el Ibex; hace unos meses los expertos fijaban entre 9.500 y 10.500 puntos su valor normal. Estimaban que por debajo de 9.000 era el momento de entrar y salirse cuando llegase a 11.000/11.500. Pero ahora si remonta el 8.800 se considera un éxito ¿Por qué? En teoría el dinero tiende a ir donde es más rentable. Incluyendo en este concepto el riesgo asociado a los beneficios.
Con unos tipos de interés cercanos al cero, o debajo de él, como en la deuda soberana, la inversión en renta fija es poco atractiva. Los precios de los inmuebles se recuperan, pero con lentitud. ¿Qué otras alternativas de inversión hay?, ¿inversiones en pymes o emprendedores? En España la inversión directa empresarial es precaria.
Los business angels y sistemas de inversión directa están poco desarrollados y la mayoría de los inversores no están habituados a ellas. ¿Mantener el dinero en liquidez? Con inflaciones bajas, como las actuales no es tan descabellado sobre todo si se espera que los tipos de interés, tarde o temprano, subirán.
La lluvia de dinero que los bancos centrales están ofreciendo está remansada en cuentas corrientes o plazos bancarios poco o nada rentables en espera de mejores tiempos. En realidad la bolsa es más rentable; pero si se le asocia el riesgo de la incertidumbre de los resultados de las empresas, la expectativa disminuye; tanto que se prefiere tener quieto el capital.
El Ibex no sube porque el inversor no se fía. No se fía de las expectativas económicas, ni de las proyecciones de los expertos. No se fía de la ética de los dirigentes empresariales (ni de la de los políticos). No se fía de sus asesores, ni de su propio olfato. Hay una crisis de confianza. El trust de los anglosajones. Sin confianza se entorpece el tráfico mercantil y los negocios. La consecuencia más trágica de la crisis de 2008 ha sido eso: la pérdida de confianza en el sistema. Recuperarla no va a ser fácil.
