
Estamos asistiendo al inicio de la trasformación de la banca y hay que seguir muy atentos toda su evolución porque va a ocasionar cambios de suma importancia en la economía.
Hace unos días, el Santander anunció que iba a cerrar parte de sus oficinas y que iba a prescindir de un número significativo de sus empleados. Medida que el BBVA, y obviamente el resto de entidades bancarias, también tendrá que poner en marcha.
Como ha explicado la presidenta del Santander, Ana Patricia Botín, esto tiene que ver con la adecuación de la banca a las nuevas tecnologías, ya que la banca electrónica es, sin ningún género de dudas, el futuro y permite realizar operaciones bancarias sin necesidad de acudir a ninguna oficina física. Además, vemos que cada día se van desarrollando nuevos servicios de este tipo como, por poner tan sólo un ejemplo, la posibilidad de efectuar pagos a través del móvil.
Pero además tenemos que estar muy expectantes por lo que ocurra en el año 2018, cuando los bancos adopten sin remisión los acuerdos contenidos en Basilea III, que harán que los departamentos de riesgos no tengan mucha autonomía porque deberán atenerse estríctamente a lo que señala este documento.
Además, por mor de este acuerdo, habrá mayor restricción a la hora de disponer de capital para poder otorgar préstamos, lo cual va a hacer que el acceso a la financiación sea aún más complicado que en la actualidad para los agentes económicos que no posean unas determinadas condiciones como pymes o empresas emprendedoras. El dinero disponible para prestar, al ser menor, tendrán que ir lógicamente a los agentes económicos que se consideren mejores entre todos los posibles. Sólo quien muestre capacidad de éxito en lo que vaya a emprender tendrá esa financiación adicional.
Así las cosas, todo lo expuesto va a incidir en la economía de un modo negativo. Y eso provocará, como es evidente, un lastre en su crecimiento que ya veremos hasta donde puede llegar en la práctica.
Josu Imanol Delgado y Ugarte es economista.