
EEUU dio ayer un nuevo susto a los mercados. En el día posterior a la publicación de su peor dato en el sector manufacturero en 28 meses, se produjo la decepción por sus números de creación de empleo.
Los 142.000 nuevos puestos de trabajo quedaron por debajo de los 201.000 esperados. La cifra no cambia el hecho de que EEUU se encuentra en situación de pleno empleo, pero es un síntoma más de que la primera potencia del mundo está ya acusando las incertidumbres que ensombrecen la economía global.
El alcance de las turbulencias está por determinarse; probablemente, el FMI arrojará luz el lunes cuando haga públicas sus nuevas previsiones.
De momento, lo que parece claro es que los efectos que ya experimenta EEUU bastan para que la Reserva Federal (Fed) no lleve a cabo su primera subida de tipos en 9 años ni este mes ni, previsiblemente, en diciembre. Sería una muestra de prudencia comprensible por parte de la Fed ante una crisis que ya no admite ser explicada simplistamente, invocando el enfriamiento de la economía china.
El gigante asiático, de hecho, hizo pública esta semana la mejoría de su actividad manufacturera en el pasado septiembre. Esa buena noticia, con todo, no logra eclipsar el hecho de que el resto de los países emergentes se encuentran en una situación difícil, con Brasil a la cabeza, ya sumido en la recesión y con problemas políticos para sacar adelante su plan de reformas.
Por tanto, el tono dominante en la economía global es el de la debilidad, aunque no cabe hablar aún de recesión e incluso las bolsas tienen visos de estar cercanas a tocar suelo. Pese a ello, lo recomendable es mostrar aún cautela ante unas semanas en las que, previsiblemente, seguirán dominando las dudas y la volatilidad.