China se está doctorando en capitalismo cometiendo los mismos errores en los que otros ya incurrieron, y algunos de su propia cosecha. Decidida a evitar la caída de las bolsas ha gastado un dineral y todo, seguramente, por no aprender de la crisis del 29, en la que los bancos americanos intentaron hacer lo mismo y no sólo no lo lograron, sino que se hundieron en el intento. Después de dilapidar una cantidad astronómica de dinero, han decidido que lo mejor es meter a gente en la cárcel porque están asustando al personal. China quiere estar en el mercado, pero sus autoridades todavía no comprenden que en el mercado se está para bien y para mal y que cuando se usa la política de la patada hacia adelante y se alimentan burbujas especulativas no se puede evitar su estallido final, como colofón a los procesos económicos que llevan los precios de los activos, ya sean acciones o inmuebles, a valores irracionalmente impagables. De eso en España podemos dar clases de cómo hacerlo peor que mal.
Imitando a los americanos en la salida de su crisis financiera, han optado, como tardíamente los europeos, por una política monetaria expansiva como si la creación de dinero, por sí sola, pudiera traer la bonanza económica perdida. Olvidan, quizá, que en Estados Unidos la expansión monetaria vino acompañada por una serie de apoyos al sector financiero y reformas que la hicieron efectiva, dando credibilidad a grandes empresas y entidades financieras sobre su solvencia y capacidad de afrontar las pérdidas. Todo esto no parece que se esté haciendo en China, que llega tan tarde y tan mal a su crisis que recuerda a la eurozona. ¿Alguien puede pensar que con tales vaivenes las entidades financieras chinas no están infectadas de pérdidas no declaradas?
Los mercados bajistas y las malas perspectivas están retirando inversión extranjera a marchas forzadas que intentan soslayar con la liquidación de parte de sus reservas de divisas. Es decir, esterilizan parte de la riqueza que han acumulado en los tiempos de bonanza para intentar sostener la cotización del yuan y evitar que se desplome de forma incontrolada. Al igual que les ha sucedido con la bolsa, es posible que llegue un momento en el que decidan dejar de intervenir y el yuan se sitúe en su verdadero valor de mercado. Mientras tanto, los norteamericanos asisten a una subida de sus tipos de interés inducida desde el exterior sin que la Fed deba hacer nada.
La amenaza de China de vender deuda americana masivamente suena a la amenaza del niño que le dice a sus padres que si no le compran el juguete deja de respirar, porque son precisamente los chinos los que saldrían en primer lugar perjudicados de hacer semejante cosa. La única salida que tiene China es dejar que los precios lleguen a donde tengan que llegar y permitir que su divisa alcance la cotización en el mercado que éste le asigne y que parece evidente debe ser inferior al cambio actual, máxime cuando se sigue inyectando dinero en una economía que precisa de respiración asistida para evitar el colapso. Además, ya harán los demás por evitar que el yuan se termine de desplomar para no ver sus propias monedas revaluadas artificialmente, y esto toca especialmente a Europa.
China ha interpretado mal su verdadero poder y no reside en su inmensa riqueza para regular el mercado a base de gastar reservas, sino precisamente en no hacerlo y forzar, así, que sean otros los que lo hagan para evitar males mayores.
La excesiva dependencia de su sector exterior hace buenas las exigencias que tanto en el seno de la OMC, como en otros muchos foros, se le han hecho para que hiciera más por incrementar su consumo interno. Quizás hubiera acumulado algo menos de riqueza en activos extranjeros, esos que ahora tiene que vender, pero lo que sí es seguro es que los chinos vivirían mejor y serían menos vulnerables a los ciclos ajenos, contribuyendo en mayor medida al crecimiento mundial tanto como al propio. El Gobierno chino no ha conseguido controlar el capitalismo de mano de obra barata por la sencilla razón de que es muy fácil de copiar, y en Asia hay mano de obra barata en abundancia.
La crisis de China es una crisis de modelo económico y social que no se va a resolver fácilmente, porque exportar pobreza no les va a volver más competitivos. Bajarán en todo el mundo los precios de producción, pero no aumentará la tarta, que es la que es. Han perdido mercado y su moneda devaluada no les hará ganar más que una parte de lo perdido, mientras su aún emergente clase media y adinerada sigue queriendo todo lo que allí no se hace. La solución de China no es monetaria, es una crisis de estructura social y política que ellos, desde luego, se niegan a abordar.