
Las elecciones de este fin de semana no sólo marcarán el devenir político de los próximos años, sino también el económico. Los negocios son como plantas delicadas que precisan de un clima de estabilidad política para florecer. Los pronósticos oficiales de crecer alrededor del 3 por ciento durante los próximos años se quedarán en papel mojado si este fin de semana sale de las urnas un rompecabezas de alianzas electorales para gobernar en Madrid.
Rajoy da por perdida esta cita, porque la recuperación económica aún no surte el efecto esperado. Con la sangría de seguidores que sufre en Andalucía, Cataluña y Valencia, mantener la capital es esencial para su partido. Si el PP pierde muchos votos en Madrid, como ocurrió en Andalucía, dejará escapar la opción de gobernar España en la próxima legislatura.
Madrid es la cuna de Podemos, su bastión más poderoso, donde cuenta con la candidata de mayor prestigio, Manuela Carmena, cuya imagen de pulcritud personal contrasta con la de Esperanza Aguirre. Puede lograr un buen resultado, que abra la puerta a un tripartito con socialistas e Izquierda Unida. Una coalición de izquierdas, con las promesas de subir impuestos, reinstaurar patrimonio y sociedades, así como de crear un DNI para los emigrantes que les devuelva la prestación de todos los servicios sociales gratis sería un duro golpe para el desarrollo regional. Madrid es una de las autonomías más dinámicas de España. Junto con Cataluña y Baleares son las que tiran de la economía.
Por contra, Rajoy tuvo que tragar con Aguirre después de que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría se opusiera a encabezar la lista para el Ayuntamiento de la capital de España. La maniobra, además, desató la guerra total con la secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que pretendía así quitarse de en medio a su principal enemiga en la carrera por la sucesión.
El PP no supo aprovechar la renovación para devolver la ilusión a los madrileños. Los escándalos de corrupción como la Púnica o los de Madrid Network marcaron la campaña de Aguirre, mientras que la candidata al Gobierno regional, Cristina Cifuentes, sorprende con un discurso próximo a la socialdemocracia y alejado de la ideología liberal propia de su formación. En el PP, como en otros partidos, se instala el "todo vale" con tal de ganar, agradar a la gente y sumar votos.
El resultado de Madrid será, por último, clave para la resolución del puzzle en Andalucía y Cataluña. Los apoyos del futuro Gobierno madrileño bien sea para la Alcaldía o para la Comunidad Autónoma pueden determinar las alianzas con Susana Díaz. Es la última esperanza a la que se agarra la presidenta andaluza ante el vacío institucional en el que está. No obstante, las reticencias a apoyar a Díaz provienen más del caso Aznalcollar que de la incertidumbre de los comicios autonómicos y municipales. Las causas esgrimidas por el juez para forzar de nuevo la adjudicación del contrato parecen serias. Nadie quiere pactar con una gobernante que puede verse envuelta en un escándalo económico en unos meses. Díaz debería haber acabado con la vieja guardia del Ejecutivo de Griñán cuando lo sustituyó en vez de dejarse asesorar por ésta. Su liderazgo dentro del PSOE corre peligro si no logra su investidura.
El derrumbe del PP y los previsibles subidones de Ciudadanos y de Podemos (Ada Colau) en Cataluña servirán de termómetro a Artur Mas para decidir si mantiene la cita electoral de finales de septiembre. El presidente de la Generalitat cambia de opinión como de camisa. En los mítines apela igual al voto de los independentistas que de quienes apoyan el estatus actual y, en privado, comienza a reconocer que él no es independentista. ¡Eso se llama flexibilidad política! ¿o cara dura?
Como revela hoy elEconomista, la deuda autonómica creció el 70 por ciento en esta legislatura por culpa del pago a proveedores, al igual que ocurre en el Estado, donde pasó del 30 por ciento a más del cien por cien del PIB. Hay autonomías como Murcia o Cataluña que la duplican y otras como la Comunidad Valenciana, que reciben más de 20.000 millones para hacer frente a las facturas de los proveedores.
El déficit público está desbocado en lo que va de año y las plantillas vuelven a engordar. ¿Quién meterá en vereda las cuentas públicas en la próxima legislatura con gobiernos en minoría y con estructuras más frágiles que un castillo de naipes?
La historia se repite. Como en la Guerra de la Independencia, también denominada de los Seis Años, o en la Guerra Civil española, la batalla por Madrid es clave para que Rajoy logre conservar su sillón durante la próxima legislatura. Esperemos que sus consecuencias para la economía no sean tan cruentas como en estas dos ocasiones.