
No cabe duda que 2021 ha sido el año del blockchain y de algunas de sus derivaciones naturales como los NFT y las criptomonedas, sobre todo. Los números hablan por sí solos: el uso de monedas digitales aumentó un 2500% de 2019 a 2021 y, según un informe de Chain Analysis, solo el año pasado el mercado mundial de NFT generó 26.900 millones de dólares en transacciones.
Pero eso no es todo: el mayor player del sector, el mercado de NFT OpenSea, ha conseguido 300 millones de dólares de financiación, elevando su valoración a 13.300 millones de dólares. Toda una revolución que, además, ha tenido impacto en la cultura popular: no es casualidad que la sigla NFT (non fungible token) haya sido considerada la palabra del año por el Diccionario Collins.
Pero, ¿qué nos espera ahora en 2022? Lo más claro es que empezaremos a ver y a sentir los efectos de estas transformaciones y que todo ello allanará el camino para la nueva internet de la que ya todos hablan: la Web3. Se trata de la tercera encarnación de la red mundial, que ahora promete transferir el poder de las manos de las grandes empresas tecnológicas, como Facebook y Twitter, directamente a los usuarios. Lo que parece estar esperándonos es un mundo digital mucho más accesible e inclusivo que utiliza el blockchain y los NFT para garantizar que todos los usuarios 'recuperen' la posesión de sus datos e información. ¿Y cómo lo hacen? Los tokens no fungibles permiten hacer único e irreproducible lo que hasta hace poco era infinitamente replicable: los datos digitales, desde imágenes hasta música pasando por animaciones. Deben considerarse, y de hecho son, una especie de certificado incorruptible que establece la autenticidad de un objeto digital.
¿Ciencia ficción? No tanto. Ya hay numerosos ejemplos en distintos ámbitos, ya hablemos de arte, donde colecciones de NFT como Bored Ape Yacht Club ya están haciendo historia; o de finanzas, donde los sistemas descentralizados prometen brindar servicios financieros a quienes ahora están excluidos de los tradicionales. De hecho,la adopción masiva de estos sistemas descentralizados está creando un fenómeno de masas que puede ser la piedra angular capaz de hacer despegar el mundo de los NFT, poniéndolos a fácil disposición del usuario final.
El deporte en particular y el mundo del espectáculo en general son una buena lupa para mostrar los progresivos e inexorables avances de la Web3. Pensemos en cómo el covid ha influido en el disfrute de espectáculos y eventos, alejando al público de los lugares destinados a albergar espectáculos y partidos. Si en un principio la tecnología permitía al público mantener contacto con artistas y deportistas aunque fuera de forma virtual, ahora el mundo digital está abriendo a los espectadores nuevos modelos de conexión con sus pasiones.
¿A qué nos referimos? Gracias a los NFT y el blockchain, las personas están experimentando lo que significa poseer "una parte" de lo que aman, ya que en la Web3 los usuarios tienen la propiedad de los datos y la información.
De hecho, a su luz ya están naciendo modelos de entretenimiento híbrido que llevan la desintermediación de la red al mundo físico, trasladando ese concepto de propiedad a la vida cotidiana: poseer el NFT de un jugador o de una obra de arte da la posibilidad de disfrutar de experiencias nuevas y únicas incluso en el mundo real (como un vale con el que puedes, por ejemplo, conocer en persona a tu ídolo o recibir un merchandising exclusivo).
Otra gran revolución de la Web3 es la interoperabilidad de las plataformas. Es decir, un NFT creado en una plataforma también se puede usar fuera de ella, algo especialmente interesante para activos de juego que tienen utilidad fuera del mismo. Y esta es la gran diferencia con la Web2, la red que conocemos hasta ahora, donde los usuarios no tienen la posesión de la información que generan y todos los beneficios, no sólo económicos, vuelven a manos de las grandes plataformas.
Desintermediación, por tanto, a todos los niveles. Pero también inclusión. Los NFT tienen un gran poder detonante. Como ya hemos apuntado, todo puede ser convertido en un token no fungible, lo que puede también orientar el interés del público general incluso hacia contenidos menos convencionales. Volviendo al ejemplo del deporte, pensamos en aquellos generalmente considerados menores o menos 'masivos' (tiro con arco, softball, por poner algunos ejemplos…) que, de esta forma y superando así las tradicionales barreras de entrada, podrían finalmente llegar a un público más amplio mediante la creación e intercambio de tokens.
Entonces, ¿todo dependerá de los NFT? Ciertamente no, pero lo que está claro es que son una de las tecnologías que permitirán a los usuarios experimentar el potencial de la Web3. Y sin duda serán la herramienta que verdaderamente permitirá gestionar los intercambios económicos en una nueva realidad totalmente intangible. Y esto no es poca cosa.