Tradicionalmente, las aseguradoras han posicionado sus inversiones mayoritariamente en renta fija soberana. De ahí que suponga un hito que un 13% de la cartera del sector, 41.129 millones, esté ya en activos alternativos, como capital riesgo, inmuebles y fondos de inversión.
Sin duda, el escenario de tipos al cero que rige en la eurozona desde el año 2016 es lo que ha obligado a las aseguradoras a replantearse sus estrategias de inversión. Pero el hecho de que, poco a poco, den la espalda a la renta fija igualmente evidencia las escasas perspectivas de rentabilidad que la deuda presenta de cara a este año. Así lo indica también el desplome que muestran los bonos corporativos en 2022. Las ventas que se están produciendo han desembocado en el mayor hundimiento que se recuerda en los precios de esta categoría de deuda, que ya pierde un 5,8% desde el primer día del año. Este derrumbe es especialmente llamativo, ya que llega justo después de los buenos resultados que esta categoría de bonos firmó el pasado año. De hecho, permitió a muchos fondos de deuda terminar el año en positivo a pesar de que la renta fija culminó en 2021 su peor ejercicio del siglo, con pérdidas del 4,94%.
El desplome de los bonos corporativos anticipa un año de nula rentabilidad para la renta fija por las subidas de tipos
El pésimo comportamiento actual de la deuda corporativa y los cambios estratégicos de las aseguradoras, a pesar de la vigencia de los programas de compra de bonos del BCE (QE), son un claro síntoma de que los inversores se están adelantando a la nomalización monetaria que el banco central acometerá este mismo año para hacer frente a la inflación, y que hace que el mercado ya anticipe hasta dos subidas de tipos en 2022. Sin duda, este escenario de fin de estímulos reduce a la mínima expresión las expectativas de rentabilidad que la renta fija presenta para este año.
