
El sector de las telecomunicaciones, el audiovisual, el musical, movilidad, banca… aunque uno intente escapar, tarde o temprano la apisonadora de la revolución digital termina por revolucionar de una forma u otra cada industria. Pero, ¿qué está ocurriendo con los seguros? ¿Por qué parece que el ámbito asegurador aún no ha pasado por el mismo proceso de digitalización profunda?
En noviembre de 2007, Nokia llegó a un billón de usuarios y la revista Forbes publicó la ya mítica portada con el título: "Nokia, mil millones de clientes, ¿alguien puede atrapar al rey del teléfono móvil?". Pero ese mismo año Apple, lanzó el primer iPhone, que se convirtió en el buque insignia de la revolución de la telefonía móvil y marcó el comienzo del declive de Nokia.
¿Qué hizo mal Nokia? ¿O qué hizo bien Apple? Apple decidió innovar y coger un nuevo camino mientras que Nokia, acomodado en su posición de rey del móvil, siguió dedicándose a mejorar sus productos en lugar de repensar si su estrategia era sostenible a largo plazo.
El iPhone no solo ha sido un parteaguas en el mundo de la telefonía, sino que ha cambiado por completo la forma en la que interactuamos como sociedad. Lo curioso de este caso es que cuando Apple contrató al equipo que crearía el iPhone, no había en él ningún experto en telefonía móvil. El equipo estaba formado por personas como Mark Hamblin, especialista en pantallas táctiles, o Tony Fadell, que había trabajado en el desarrollo del iPod. Fadell, tenía claro que el principal problema a la hora de innovar era pensar en mejorar lo que se tiene como punto de partida. Para crear algo que sea verdaderamente innovador es necesario empezar con una página en blanco.
Cuando hablamos del sector de los seguros de hogar de nuestros días, nos podemos encontrar con una situación parecida al de la telefonía en 2007. Una situación de cierta comodidad y donde pueden haberse instaurado una serie de paradigmas sobre cómo hacer las cosas. Desde hace años se siguen los mismos patrones ya establecidos por los gigantes de la industria del seguro. En el sector los intereses de las empresas están contrapuestos a los del cliente, hay opacidad y la digitalización sólo se ve como una ventana más para la venta. A los clientes se les sigue pidiendo enviar formularios en papel, ir a la oficina para hacer gestiones, pasar horas al teléfono o librar una carrera de obstáculos para solucionar un siniestro.
Los usuarios de hoy en día quieren más flexibilidad, transparencia y un servicio que se adapte a ellos y no al revés. Que declarar un siniestro o cancelar un seguro cuando uno quiera no sea una pesadilla sino un proceso que se puede hacer al instante desde el móvil. El usuario necesita cambios en la gestión e interacción con su seguro que no son física cuántica, pero que hasta hace poco parecían ciencia ficción.
Ante esa oportunidad, en los últimos años han surgido nuevas insurtechs como Lemonade, Hippo y Root en Estados Unidos; o Luko, Alan y Zego en Europa. Estas nuevas aseguradoras están dando un giro a un sector anclado en el pasado. Todas estas empresas de reciente creación poseen algo en común: están fundadas sobre un lienzo en blanco, sin intereses previos y que intentan poner al consumidor y sus necesidades en el centro. Han apostado por la innovación, la transparencia y el alineamiento de intereses entre seguro y asegurado.
Estos nuevos competidores del mundo del seguro pueden aportar una nueva visión, empezar a escribir una página en blanco y decidir, sin estar condicionados por ideas o intereses preexistentes, que los seguros pueden ser diferentes. Está en el ADN de estas empresas tecnológicas explorar, experimentar y buscar un nuevo modelo de negocio. Como en el resto de sectores que se han visto revolucionados por la digitalización, le ha llegado al mundo del seguro su momento de vencer la inmovilidad y empezar a ser de verdad de utilidad a los usuarios.
Aún queda mucho camino por recorrer, pero las insurtech estamos empezando a trazarlo. De la misma manera que hoy nos sorprenderemos recordando cuando usábamos el teclado de los Nokia para mandar SMS, en unos años nos resultará cómico pensar que alguna vez tuvimos que esperar un año o tuvimos que ir a una oficina a cancelar un seguro de hogar.