
Siete países europeos se han aliado para coordinar sus infraestructuras de gas y aprovechar el mayor flujo que llegará desde EEUU, que está incrementando su capacidad exportadora.
El acuerdo permitirá aumentar las reservas de este hidrocarburo de cara al invierno, lo que es positivo. Pero se muestra claramente insuficiente para eliminar la dependencia que la UE tiene del gas ruso. Se trata por tanto de una solución a corto plazo, que no puede garantizar el suministro si Moscú decide cerrar el grifo del gas. Para que Europa logre la independencia energética son necesarias nuevas inversiones en infraestructuras gasistas (tanto gasoductos como regasificadoras). Una misión que se presenta complicada por la política de descarbonización de Bruselas.