Las cotizaciones a la Seguridad Social y el IRPF restan el 39,3% del salario medio de un trabajador español. La conocida como cuña fiscal se sitúa 4,7 puntos por encima de la media de la OCDE, una diferencia que se explica sobre todo por las altas cotizaciones sociales de España.
Este mayor coste del empleo tiene consecuencias negativas tanto para la competitividad de las empresas como para su capacidad de contratar, sobre todo en un momento crítico para la recuperación. De hecho, se estima que un aumento del 1% de los costes laborales se traduce en una reducción del 0,37% en el empleo. Se demuestra así lo erróneo de una política laboral y fiscal que se limita a encarecer el empleo en lugar de estimular la actividad capaz de crearlo.
