
Desde que se tomó la buena decisión de evitar la emisión de gases de efecto invernadero algunos interesados vienen predicando como solución milagrosa el uso del hidrógeno. Pero, hoy por hoy, el hidrógeno que se usa no se obtiene del agua (H2O) sino que está basado en fósiles, y, como ha señalado el ingeniero de Toronto Paul Martin, produce aproximadamente la misma cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero ¡que la industria global de la aviación!
Sin embargo, se está mostrando el hidrógeno como solución definitiva (lean ustedes los periódicos) al problema de las emisiones de efecto invernadero. Pues bien, eso no es cierto. Como también es mentira que Europa sea la gran responsable de la contaminación atmosférica. Lo mismo que la "lucha a muerte" contra las energías nucleares tenga nada que ver con la emisión de gases de efecto invernadero. Las nucleares no emiten ni una milésima de esos gases, pero contra ellas están los ecologistas radicales, que lo único que buscan es que volvamos a subir al burro. Son enemigos de la Humanidad y partidarios de una Naturaleza medieval. Son unos reaccionarios de gran calibre, y basta ya de hacerles caso. Un ejemplo ilustrativo lo tenemos en Alemania, donde, siguiendo esta pauta tan verde, eliminaron todas las plantas nucleares y el resultado no ha podido ser peor: Alemania es el país de la Unión Europea que emite más cantidad de CO2 per cápita, pues ha sustituido la energía nuclear por carbón y petróleo. Y España va por ese mismo camino, eliminando las nucleares e importando electricidad de Francia, que sí ha apostado por la energía nuclear.
Los políticos deberían –y nos lo ha recordado la analista Eva González- priorizar convertir el hidrógeno en verde antes de pensar en utilizarlo.
Académicos, científicos e ingenieros europeos impulsaron hace pocos días la primera Coalición para la Ciencia del Hidrógeno, con el objetivo de proporcionar recomendaciones sobre la función de este gas en la transición energética, generar un debate en serio y aportar datos a los gestores políticos para que estos basen sus decisiones en torno al hidrógeno en evidencias ajenas a los intereses empresariales, que son quienes están vendiendo ahora la moto del hidrógeno.
Uno de esos académicos, el profesor visitante de la Universidad de Stratchclyde y ex ingeniero de BP, Tom Baxter, asegura que cualquier decisión que conlleve inversión de dinero público en el hidrógeno tiene que estar respaldada en hechos y no en opiniones.
Estos especialistas recuerdan a los Gobiernos que el hidrógeno cero emisiones puede ser una oportunidad para acelerar la transición energética, pero hoy no lo es. También nos recuerdan que el "único" hidrógeno de verdad cero emisiones es el que sale de la electricidad renovable. En su opinión, las políticas deben priorizar la producción de ese hidrógeno verde, logrado a partir de energías como la solar o la eólica. Asimismo, aconsejan que el desarrollo del hidrógeno verde para descarbonizar los sectores empieza por emplearlo donde se usa hoy el hidrógeno gris, que sí contamina.
Esta coalición -cuyas recomendaciones buscan avivar el debate en torno a esta opción energética- afirma que en la actualidad es "demasiado caro" usar el hidrógeno para calentar edificios o para el transporte por carretera, puesto que su producción requiere de vastas cantidades de energía, en comparación con otras alternativas de electrificación.