Opinión

Qué es lo que no espera el mercado y podría ocurrir

Si el consenso acertara a menudo, todos los estrategas y analistas serían ricos, lo cual evidentemente no es el caso. Puede que el consenso funcione en otras actividades, pero los mercados funcionan más como una carrera de Fórmula Uno: no gana la mayoría, ganan los tres primeros.

Esto lleva a una conclusión evidente: si el consenso se equivoca más que acierta hay más probabilidades de acertar haciendo justo lo contrario de lo que dice el consenso.

El problema es que, siendo esto cierto, no lo es al 100 %, porque el consenso a veces acierta. Así que todos los años reviso las ideas más extremas sobre las que además hay consenso. O falta total de consenso, claro.

La reserva federal subirá los tipos de interés. En realidad, esta no es una idea de consenso mayoritario en el mercado. Lo es en los medios de comunicación, las redes sociales y los propios miembros de la Fed, que en sus encuestas internas dicen que la mayoría espera subidas de tipos (al 1 % a finales de 2022 y al 1,60 % a finales de 2023).

Pero el mercado de bonos no se lo cree, por eso digo que no hay consenso total. El bono norteamericano con vencimiento a dos años sólo paga un cupón del 0,68 %. Si se lo creyera tendría que pagar por lo menos un 1%.

Así que esta no es una idea de consenso y por lo tanto la conclusión es que, de acuerdo con nuestro particular análisis de hoy, efectivamente podrían subir los tipos de interés el año que viene en EE.UU., precisamente porque no hay un consenso mayoritario al respecto. Si lo hubiera aumentarían las probabilidades de que NO subieran los tipos.

El BCE deja de comprar bonos. Esto no se lo cree nadie, así que, de acuerdo con la filosofía de análisis de este artículo es algo que debemos contemplar como posible. Porque, además, ¿y si en algún momento bajara la presión del virus y encima la inflación no fuera transitoria? Hasta Christine Lagarde se quedaría sin excusas para seguir comprando bonos.

Lagarde va y acierta. Justo la otra cara de la moneda. Salvo el propio BCE, muy poca gente piensa ya que volveremos al nivel de inflación que había antes de la pandemia. Así que si Lagarde acierta pasaría justo lo contrario que en el punto anterior: subiría el precio de los bonos. Y como el consenso piensa que se equivoca, lo contemplaremos como algo posible. No solo tiene a favor al virus: también tiene a su favor la euroesclerosis, que no es poco.

La bolsa española deja de ser siempre la última. Me cuesta opinar lo contrario, porque desgraciadamente llevo más de 10 años diciendo exactamente eso: que no hay que invertir ni un euro en bolsa española. Pero resulta que el consenso ahora piensa lo mismo, así que cuidado, no vaya a ser el año que me lleve una sorpresa.

La situación española es tan desastrosa que cualquier pequeño cambio podría darle la vuelta a la tortilla. Por ejemplo, que la variante ómicron fuera el principio del fin de la pandemia y la entrada en una situación endémica en la que nuestra industria turística y hostelera volviera realmente a la normalidad. Y si, en paralelo, continuara el cambio de rumbo global hacia un ciclo de más crecimiento y más inflación. Todo ello beneficiaría a nuestro anticuado Ibex. Y, ya puestos a pensar en opciones casi imposibles, podríamos tener elecciones anticipadas y hubiera cambio de gobierno (el actual no es visto precisamente como amistoso para los negocios, la innovación o las empresas en general).

Desaparece el virus o se hace irrelevante. Hasta los más optimistas piensan que el virus está para quedarse y que la única esperanza es que nuestros políticos aprendan y dediquen recursos a mejorar el sistema hospitalario y la asistencia primaria (a ver si es verdad) para hacer frente a las distintas olas y variantes que seguirán llegando. Pero, ¿y si acaba siendo como una gripe estacional o incluso un catarro? Imposible no es, lo han dicho algunos científicos (desde luego no la mayoría). Pero aquí estamos imaginando que ocurre lo que no espera casi nadie.

El estilo de gestión value gana al growth. Esto debería ocurrir aunque solo fuera por una cuestión estadística: nada en los mercados es eterno, porque la economía es cíclica. Pero no hay que perder la esperanza, ya que otra característica de los mercados es que ocurren cosas que ya se había perdido hasta la esperanza de que ocurrieran. Esta podría ser una de ellas.

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