Opinión

Recolocación en la era pospandemia

Afrontar la recuperación económica en España se convierte en una ardua tarea en el contexto actual. Nos enfrentamos a un entorno socioeconómico extremadamente complejo, con grandes retos estructurales que se agudizan en tiempos de crisis y que hemos de abordar de forma decidida.

Algunas cifras ayudan a comprender la realidad que nos circunda: hoy rozamos los 4 millones de parados y se contabilizan casi 750.000 trabajadores en ERTE. Además, nuestra economía ha sido una de las más impactadas por la crisis sanitaria, con una caída del 1,2% del PIB en el segundo trimestre del año. España encabeza el desempleo entre los 27 países de la Unión Europea e, incluso en periodos expansivos y/o de prosperidad, el paro se mantiene por encima del 8%.

Los orígenes de esta realidad son diversos y complejos: un desajuste entre el modelo educativo y lo que demandan las empresas y un marco regulador poco flexible. Sin embargo, lejos de detenerme en las causas, creo necesario proyectar soluciones. Hoy más que nunca necesitamos apostar por una ambiciosa agenda de reformas que potencie las políticas activas de empleo, fomente un mercado de trabajo flexible, donde se combinen las garantías sociales para los más vulnerables con modelos de colaboración público-privada y, de forma indispensable, necesitamos reforzar la formación y recualificación de las personas.

Para empezar, las políticas activas de empleo se sitúan en el centro de la solución, pero siguen siendo la partida menos cuantiosa para luchar contra el desempleo. Europa invierte el doble que España en políticas activas y su paro se reduce a la mitad, circunstancia ilustrativa que refleja que la naturaleza de los subsidios, aun siendo un impulso para superar situaciones de exclusión, no constituyen a la larga un instrumento eficaz para sacar a sus perceptores de la pobreza. Por otra parte, hay que ser conscientes de que la formación de la ciudadanía es la gran política vertebradora del país. Sin una nueva capacitación actualizada y sensible a las necesidades de los nichos de mercado emergentes, no podremos afrontar el desempleo en nuestro país.

En este marco, los programas de recolocación, cuyo objetivo es acompañar en su nueva etapa profesional a los trabajadores que se ven obligados a desvincularse de la empresa, representan una de las grandes herramientas para garantizar que los profesionales puedan encontrar una ocupación estable en el menor tiempo posible. La actual legislación establece que las empresas que lleven a cabo un despido colectivo que afecte a más de cincuenta trabajadores, deberán ofrecer a los afectados un plan de recolocación externa. Sin embargo, como en toda normativa, la organización ha de ser capaz de transformar una obligación legal en una oportunidad que genere excelencia empresarial. Los programas de recolocación u outplacement no pueden llevarse a cabo como una mera formalidad que atenúe las consecuencias económicas del despido sino incorporar parámetros que garanticen, en un alto porcentaje, la empleabilidad de los trabajadores en el periodo más corto posible.

Es por ello fundamental apostar por un diagnóstico individualizado y transversal. Así lo estamos haciendo en LHH para lograr de este modo reducir a la mitad el tiempo en desempleo, de 12 meses a 6 meses de media aproximadamente. Para ello, desarrollamos un acompañamiento personalizado con el que amortiguamos el impacto emocional tras la salida de la empresa. Asimismo, trazamos un itinerario profesional para orientar en la búsqueda de empleo y trabajamos la formación para adecuar las competencias del candidato a las necesidades del mercado, mediante iniciativas de reskilling (reciclaje profesional) o upskilling (mejora de las competencias para el mismo puesto u otro equivalente). Y por último, ayudamos a los desempleados a conectar con el tejido empresarial mediante intermediación laboral.

Además, la recolocación representa uno de los grandes vectores para potenciar el talento sénior en España tan relevante en este contexto de envejecimiento sin precedentes teniendo en cuenta que cerca de la mitad de los participantes en estos procesos supera los 45 años. Porque a pesar de que nuestra fuerza laboral tiene una media de edad cada vez mayor, los profesionales mayores de 55 años siguen encontrando grandes obstáculos para reengancharse en el mercado laboral cuando pierden su ocupación y, de hecho, cerca del 67% supera el año en desempleo y el 85% considera la edad como un hándicap, según datos de la Fundación Adecco.

Por todo ello, a punto de finalizar el primer año pospandemia y en un entorno marcado por la incertidumbre, el envejecimiento de la fuerza laboral o la digitalización se constata que los programas de recolocación son más necesarios, eficaces e importantes que nunca. No hay que olvidar que no solo ayudan a las personas, sino que constituyen una herramienta de competitividad para el tejido empresarial, en la medida en que refuerzan la marca y reputación de la compañía constatando que tiene interés por el bienestar de su plantilla, incluso más allá de la desvinculación laboral.

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