
Sorprendía hace unos días el almirante Teodoro López Calderón, Jefe de Estado Mayor de la Defensa, con unas declaraciones en las que afirmaba taxativamente que no consideraba que la escalada armamentística de Marruecos sea una "clara amenaza para España" y tampoco para Ceuta y Melilla.
Y digo que sorprendía porque once meses después de que Marruecos e Israel pusieran fin a dos décadas de desencuentro, los gobiernos de Rabat y Tel Aviv han formalizado una alianza militar que incluye la cooperación en inteligencia, adquisiciones de seguridad, capacitación conjunta y un incremento de los vínculos entre las industrias militares de ambos países que han programado ya una base militar conjunta a sólo 40 kilómetros de Melilla.
Proyecto que se añade al ya iniciado plan de rearme emprendido por Rabat por valor de 22.000 millones de dólares con apoyo de Estados Unidos y Arabia Saudí que le ha permitido reforzar su capacidad aérea y antiaérea, en unos momentos en los que Marruecos ha consolidado su posición de liderazgo en la región del norte de África a nivel diplomático y militar, tras la decisión del expresidente norteamericano Donald Trump de reconocer la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental, que Joe Biden no parece vaya a revertir y que ha propiciado ya que una quincena de países africanos hayan abierto ya consulado en la localidad saharaui de Dajla.
El espaldarazo estadounidense ha permitido también a Rabat exigir a la Unión Europea un cambio de postura a favor de Marruecos en el contencioso del Sáhara Occidental, territorio que la ONU considera como una colonia española. De ahí que España sea el país que más se ve afectado por los pasos de su vecino del sur. Sobre todo, porque la España de Pedro Sánchez, por sus socios de Gobierno y sus alianzas parlamentarias, ha dejado de ser un aliado preferente para Washington que, por boca del presidente de la Comisión de Exteriores del Senado, Robert Menéndez, ha expresado su profunda preocupación "porque España haya tomado puntos de vista que están fuera de la democracia y las provisiones de derechos humanos que esperamos de un aliado de la OTAN".
La salida de las tropas norteamericanas de la base de Morón consolida a Marruecos como el aliado preferente de Estados Unidos en el Mediterráneo occidental en detrimento de España como demuestra el anuncio de que las Fuerzas Armadas Reales de Rabat y el Ejército de EE.UU. están preparando unos simulacros militares conjuntos, denominados "African Lion 2022" para fortalecer la cooperación y promover el intercambio de experiencias militares.
Pero la creciente importancia de Marruecos en la región no se circunscribe sólo al ámbito militar o diplomático. También en el terreno económico se están produciendo hechos que perjudican directa o indirectamente a España. El reciente corte por parte de Argelia del gaseoducto que pasa por Marruecos con destino a territorio español es otra consecuencia directa para esta parte de Europa, mientras que la reciente concesión por parte de Marruecos de una licencia exclusiva a una empresa israelí para explorar yacimientos de gas y petróleo al sureste de Canarias, en las costas del Sáhara Occidental, añade una gran preocupación para las instituciones y las organizaciones económicas y empresariales españolas, y en particular para las de Canarias.
Con el añadido de la insólita osadía de una empresa marroquí que sin permiso está instalando una piscifactoría en aguas territoriales españolas próximas a las islas Chafarinas.
Admito que yo no tengo la preparación estratégica y militar de almirante López Calderón, ni tampoco dispongo de las informaciones confidenciales que el maneja, pero como mero observador estimo que todas las situaciones referidas, unidas al permanente chantaje con la emigración, sino una amenaza si deberían ser una preocupación preferente y permanente para nuestro Gobierno, nuestras fuerzas armadas y nuestra diplomacia.
Y una interrogante para quién corresponda: si las relaciones con Marruecos son tan excelentes como pregona nuestro ministro de Exteriores, ¿por qué la embajadora marroquí, Karima Benyaich, no ha regresado a Madrid desde el pasado 18 de mayo tras la crisis migratoria provocad por la entrada ilegal en España del líder del Frente Polisario, Brahhim Gali? Nos lo expliquen.