Hace 50 años Richard Nixon ponía fin al sistema monetario diseñado en la Conferencia de Bretton Woods que obligaba a los países del Fondo Monetario Internacional (FMI) a mantener un tipo de cambio fijo respecto al dólar, y al banco central estadounidense a respaldar su divisa con el oro. Era el método que se había empleado desde el final de la Segunda Guerra Mundial y fue reemplazado por el llamado modelo fiat, basado en la confianza en la divisa y respaldado por el Estado, no por su convertibilidad en oro.
A día de hoy, los expertos coinciden en que no sería viable recuperar ese patrón, dependiente de un activo finito y escaso que no tiene en cuenta las necesidades de la sociedad. Los bancos centrales lo tendrían muy difícil si quisieran dar a los ciudadanos oro a cambio de divisas. Nos encontramos en un momento histórico en el que el futuro sistema monetario internacional se enfrenta a una revolución marcada por la tokenización y las monedas digitales.
Los bancos centrales han acelerado sus planes para diseñar monedas digitales públicas a través de proyectos como el EuroChain, desarrollado por el Banco Central Europeo (BCE); FedCoin, de la Reserva Federal de EE UU o el RubloCoin de Rusia, prevista para diciembre de 2021-. Se trata de hacer frente al surgimiento de criptomonedas como Bitcoin o Ehtereum. Todo indica que, unas y otras cobrarán cada vez mayor protagonismo y que este dinero digital convivirá, al menos durante un período, con el analógico. Tendrá que ser así, entre otros motivos, por la necesidad de dotar al sistema cripto de la estabilidad -legal y material- necesaria para su completo desarrollo.
Una de las piezas clave en ese desarrollo son las llamadas cripomonedas estables. Este tipo de divisas están basadas en Blockchain, pero han sido diseñadas para reducir la volatilidad y mantener un valor más o menos estable durante un período en el tiempo. Para lograrlo, en ocasiones se emplea simplemente un sistema algorítmico -las llamadas monedas no respaldadas o no colateralizadas, como fue Basecoin-; otras veces se asocian a un valor externo que las respalda. En este segundo apartado, hay monedas referenciadas otra criptomoneda; a una divisa convencional, fiat, como el Euro o el dólar; o respaldadas por algún otro valor no monetario: cualquier bien que pueda convertirse en un token, puede respaldar estas criptomonedas.
El modelo es parecido al del patrón oro, en el sentido de que la divisa quedaría 'anclada' al precio de un objeto material. Alguna plataforma, como G-Coin, ha optado por almacenar oro y generar tokens, cada uno de ellos por valor de un gramo de oro físico. Se emplea el sistema Blockchain para garantizar que el material procede de zonas libres de conflicto. Los tokens pueden intercambiarse, emplearse como depósito de valor o usarse como criptomonedas.
Pero, ¿por qué emplear el oro como respaldo de la moneda del futuro si hoy en día lo más valioso que tenemos son nuestros propios recursos naturales? Estados con políticas tan aparentemente distantes como pueden ser Canadá o Emiratos Árabes Unidos ya han avanzado proyectos para tokenizar, respectivamente, áreas forestales o infraestructuras energéticas públicas -incluyendo energías renovables-. Estas iniciativas dan una idea del potencial de la tokenización para el futuro del desarrollo económico mundial en una línea más sostenible. Tokenizar áreas forestales públicas supondría una fuente de ingresos, en este caso para el Gobierno canadiense. Resultaría un incentivo financiero para evitar la deforestación y permitiría reinvertir en otras iniciativas de desarrollo sostenible.
En esta línea, el proyecto global Climate Collective de Celo, propone que, en los próximos 4 años, hasta el 40% de la reserva CELO (el token que respalda las criptomonedas estables celodolar y celoeuro, equivalente a 340 millones de dólares) pase a depender de la selva tropical 'tokenizada' y otros activos vinculados a la reducción de carbono (unos 135 millones de grandes árboles de selva tropical). Estas dos criptomonedas estables de la plataforma descentralizada para la inclusión financiera pasarían a estar respaldadas por capital natural; concretamente, por un activo como la selva tropical, que además de su indiscutible valor, genera un gran impacto en la lucha contra el cambio climático.
Los impulsores del proyecto consideran que una iniciativa como esta, basada en utilizar la selva como respaldo de las criptomonedas estables es significativamente más eficiente en términos de capital que recaudar donaciones para reforestarla. El programa se ha presentado al reto de lucha contra el cambio climático lanzado por Elon Musk y dotado con un premio de 100 millones de dólares, 'XPRIZE Carbon Removal'.
Los responsables de Celo defienden que es más complicado recaudar millones de dólares para plantar árboles que animar a las personas a utilizar una moneda que les resulta útil y práctica, con la que se pueden hacer sus transacciones desde el móvil, y que está respaldada por capital natural.
Combatir el cambio climático y preservar los recursos naturales ha dejado de ser una cuestión de donaciones altruistas. Hoy en día, los recursos y el sistema financiero pueden y deben estar al servicio del desarrollo sostenible tal y como lo demuestran estas iniciativas. Si en otra época el oro fue el activo de más valor para el ser humano, no cabe duda de que, hoy por hoy, lo es el planeta y los recursos naturales.