
La vicepresidenta Teresa Ribera reconoció esta semana que la industria española presenta una "enorme vulnerabilidad" frente los máximos históricos que el precio de la electricidad aún muestra.
Se trata de una realidad innegable considerando el creciente número de fábricas que optan por hacer paros intermitentes en su actividad para contener los costes. Es cierto que el Gobierno propone medidas para paliar esta situación como son fomentar la contratos de suministro entre la industria y las eléctricas sujetos a plazos mayores (cinco años) lo que frenaría la volatilidad del precio. También se impulsarán las subastas privadas para este sector de electricidad generada con renovables, las tecnologías más baratas. No obstante, la implantación de tales medidas requerirá tiempo y, según las propias previsiones de la gran industria, esta actividad está ya abocada a pagar unos precios energéticos un 70% más altos que los actuales en 2022, ya muy superiores a los propios de otros países europeos. A todo ello se une otro problema, el desabastecimiento de componentes y materias primas, con su correspondiente encarecimiento, sin visos de solución. Al contrario, el gran proveedor de esos materiales, China, se halla muy lejos de controlar sus propios problemas energéticos y su tejido productivo se enfrenta este invierno a apagones eléctricos más habituales y persistentes que los hasta ahora ocurridos.
La industria sufre la tormenta perfecta causada por los altos precios de la electricidad y de las materias primas
Los problemas en las cadenas de suministro con origen en Asia impactarán en multitud de ámbitos de la economía española, desde el automóvil al textil, pasando por la construcción. Un parón en todos estos sectores es factible en medio de esta tormenta perfecta, lo que constituye el peor riesgo al que se enfrenta la recuperación.