Opinión

Next Generation EU: instrumento temporal, vocación permanente

La UE debe dotarse de un instrumento que le permite asumir las inversiones que la transición verde y digital requieren

El comisario europeo de Presupuestos ha afirmado en su visita a España el 29 de septiembre que la emisión de deuda conjunta para el Fondo Next-Gen debe considerarse como "excepcional".

Es comprensible que el comisario, de nacionalidad austriaca, se posicione de esta forma en el debate que han impulsado algunos Estados miembros, como España, que aboga por algún tipo de mecanismo permanente de emisión de deuda europea en los mercados financieros para impulsar la transición ecológica o la digitalización más allá del arco temporal establecido para los Planes de Recuperación dentro de Next Generation EU.

La excepcionalidad va ligada al objetivo principal de Next Generation: no ya impulsar, sino acelerar la transformación del modelo productivo europeo apostando por la digitalización y la transición verde. Este sentido de urgencia y oportunidad ha sido clave para lograr incorporar al mecanismo el componente de reformas (que, recordemos, son reformas que llevan años señaladas en el marco del Semestre Europeo) y para movilizar importantes cantidades de inversión pública y privada bajo objetivos comunes. Sería un gran riesgo para la cohesión interna entre Estados Miembros que la ejecución de Next Generation fracasara, es decir, que los Estados Miembros, sobre todo los que más fondos han recibido, no ejecutarán en tiempo y forma los hitos establecidos en sus Planes. Por tanto, hay motivos de peso para plantear este mecanismo desde la excepcionalidad.

Hay más motivos sin embargo para apostar por Next Generation EU como una palanca de políticas públicas e inversión conjunta europea permanente, de uso flexible.

En los últimos años la Unión Europea ha intentado, sin éxito, acometer reformas pendientes y de gran calado en al menos tres ámbitos: déficit, inmigración, integración bancaria. Tras años de negociación, no hay acuerdo. Se requieren marcos institucionales muy complejos, y sobre todo una visión compartida que hoy por hoy sigue sin establecerse. Pero sí hay acuerdo en otros temas: en la necesidad de apostar por el crecimiento verde y sostenible, en la urgencia de recuperar liderazgo industrial en los sectores económicos de futuro, en la amenaza geopolítica y social que plantea el dominio de la inteligencia artificial y las tecnologías del futuro, con foco especial en China. Para todos estos retos, la Unión Europea requiere cooperación, objetivos alineados y capital.

El diseño, negociación y acuerdo por el Consejo del Instrumento Europeo de Recuperación se acometió en apenas 4 meses. Al no necesitar rediseños institucionales importantes, tener vocación temporal, y ser flexible en su alcance final, la Unión Europea se dio a sí misma un instrumento de política pública de vanguardia. Y de paso, logró vincular la inversión a reformas estructurales mediante el uso de la condicionalidad. Además, en su diseño Europa aprovechó para consolidar sus valores democráticos, al incluir como objetivos la cohesión social y territorial y como requerimiento el respeto al estado de derecho.

Este tipo de inversiones conjuntas permiten a la Unión competir en un contexto geopolítico cada vez más complejo, movilizando para ello capital de forma flexible y de una forma compatible con objetivos de gestión del déficit a nivel de cada Estado Miembro. Es innegable que la doble transición verde y digital requerirá de más inversión pública en el futuro. La Unión Europea no debe quedarse atrás a la hora de dotarse de un instrumento que le permita asumir importantes inversiones públicas desde una perspectiva europea y tener capacidad de respuesta ante futuros shocks comunes.

España debe apostar por la continuidad de instrumentos como Next Generation, como palanca de inversión estratégica de uso flexible, durante su presidencia del Consejo de la UE en 2023. Pero para que esta apuesta de continuidad tenga posibilidades de éxito entre los países que hoy están del lado de la excepcionalidad, la tarea prioritaria en los próximos meses y años es asegurar el éxito de los Planes de Recuperación nacionales. España, como segundo país receptor de los fondos, tiene la importante tarea de demostrar que invertir de forma conjunta en el futuro de la Unión merece la pena y debe ser una prioridad sostenida en el tiempo si queremos convertir a la Unión en un actor global más fuerte y relevante.

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