
Banco Santander se convierte en el número uno mundial de su sector, con un negocio crediticio de casi un billón de euros. No se trata de un logro coyuntural, fruto del empuje que la crisis propinó a las carteras de préstamos.
El avance se nutre de una evolución muy anterior a la epidemia que, en cuatro años, hizo que Santander pasara de tener un negocio equivalente a Wells Fargo a superar en un 20% a esa entidad y rebasar también al líder hasta 2019, HSBC. Y sería prematuro afirmar que la entidad cántabra tocó techo.
Su eficiente internacionalización le permitió sacar el máximo rendimiento de la recuperación en EEUU y ahora está en condiciones de beneficiarse del nuevo ciclo en el consumo y la inversión cuyo centro se situará en la UE.