
La vicepresidenta Yolanda Díaz se compromete en el Congreso, en tres ocasiones, a "derogar" este año las líneas maestras de la reforma laboral de 2012. El gesto de evidente disgusto que la también vicepresidenta Nadia Calviño no pudo reprimir, mientras escuchaba ese discurso, es la mejor prueba de los daños que provocará Díaz si lleva a cabo sus planes.
Las empresas españolas aún afrontan un muy difícil contexto por culpa de unos costes laborales crecientes, los vetos a los ajustes de plantilla y la amenaza de alzas de impuestos. La situación se volverá insostenible si, además, el mercado de trabajo pierde la flexibilidad que propicia la reforma laboral. Esta última debe preservarse, tal y como exige la UE como una de las condiciones para liberar las futuras ayudas europeas.