Opinión

Una crisis aún abierta en el empleo

Una EPA nada positiva para nuestro mercado laboral

La primera EPA de 2021 se caracteriza por los claroscuros que ofrecen sus datos. Por un lado, es posible encontrar cifras mejores de lo que cabría esperar de un primer trimestre, periodo siempre negativo para el mercado laboral español, marcado además este año por dos hechos excepcionales: la tercera oleada del Covid y el temporal Filomena.

La destrucción de 137.500 empleos no es tan abultada como en otros años; además, el número de parados se redujo en 65.800 personas y la tasa de desempleo bajó al 15,9%. Sin embargo, cabe plantear importantes objeciones a esas cifras. La reducción del paro se debe, en gran parte, a que esas personas abandonaron la población activa, es decir, dejaron de buscar trabajo. En segundo lugar, lo relevante de esta EPA se halla en la perspectiva interanual ya que, por primera vez, es posible establecer una comparación con un periodo, el primer trimestre de 2020, en el que la epidemia ya actuaba. Desde esta óptica se constata una destrucción de empleo histórica casi 625.000 puestos de trabajo que no ha sido peor debido a que se mantiene la tónica, constante durante toda esta crisis e incluso anterior a ella, de fuerte creación de empleo público (150.000 puestos de trabajo más). Si se aísla este efecto procedente de las Administraciones, la realidad que subyace es la propia de un sector privado diezmado y exhausto tras un año de epidemia y restricciones aún vigentes en gran parte.

La creación de puestos de trabajo en las Administraciones no mitiga la debacle laboral que sufre el sector privado

Gana así peso la predicción del FMI que pronostica una tasa de paro del 16,8% al cierre de 2021, la peor de todas las economías desarrolladas tras superar a Grecia. Por tanto, los efectos reales de la crisis en el mercado laboral español están todavía por producirse.

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