Casi un año después de que el Congreso aprobara el Ingreso Mínimo Vital (IMV), su balance es muy pobre ya que, en 2021, sólo llegará al 50% de los beneficiarios previstos para este año.
No sorprenden estas cifras considerando que el diseño mismo del IMV, impulsado por el exvicepresidente Pablo Iglesias, lo aboca a la inutilidad. Lo que debió ser una ayuda puntal, específica para los colectivos más daños por la crisis, se convirtió en un subsidio de alcance mucho más amplio y, por tanto, más burocratizado. Se da así la paradoja de que quienes están en riesgo de exclusión carecen de medios para tramitar el IMV debidamente y sólo se aprueba un 11% de las solicitudes. El Ingreso Mínimo se convierte así en uno más de los fracasos que caracterizaron la gestión de Iglesias.
