
Las cualidades que tiene que tener un empresario para destacar son similares a las características con las que debe contar un buen vino para diferenciarse. Pasión, excepcionalidad, conocimiento, originalidad, ambición, historia y tener una imagen propia son quizá las más importantes. Un vino, al igual que un buen empresario o líder, tiene que irradiar pasión. Incluso yo diría que, más que una cualidad, la pasión es la base de todo, pues es lo que asienta los cimientos en los que se sustenta cualquier negocio: nuestra ilusión, las ganas, la dedicación que ponemos en cada vino que nace de Bodegas Cepa 21 o en Bodegas Emilio Moro están presentes en el producto final. Seguramente, esta pasión es la que ha conseguido diferenciarnos.
Fruto de todo esto, nuestros vinos han desarrollado una imagen propia y, en torno a esta, un público fiel. Y aunque abrimos nuevos mercados poco a poco, nos resulta muy importante (y gratificante) contar con la lealtad de aquellos que ya nos conocen, los que permanecen a nuestro lado a lo largo de los años y nos han acompañado siempre en cada éxito y en cada reto. Después de tres generaciones y ya más de un siglo haciendo vino, contamos con un saber hacer y un conocimiento total sobre la tierra, el sector vinícola, las técnicas, su esencia… Sabemos que, igual que no hay un empresario igual que otro ni una sola forma de llevar adelante un negocio de éxito, tampoco hay dos vinos iguales. En cada producto de Bodegas Emilio Moro o de Bodegas Cepa 21 encontramos una historia única, un recorrido, una experiencia. Esa originalidad es lo que los hace excepcionales y lo que creo que es otra de las claves que nos ha permitido distinguirnos en muchas facetas.
El conocimiento de lo que hacemos es, más que un valor, una necesidad. Difícilmente podemos triunfar en un sector del que no sabemos nada o que no nos apasiona lo suficiente. Nosotros crecimos entre viñedos rodeados desde pequeños de una pasión por el vino inherente a las tres generaciones. Era muy niño cuando mi padre empezó a llevarme a la bodega, donde ayudaba a limpiar cubos con un cepillo, iluminándolos con una vela. También embotellaba el vino y realizaba diversas tareas en los viñedos y así fui sintiendo la pasión del campo a través de mis manos : ha sido fundamental para forjar esa pasión que me acompaña desde siempre. Porque mi trabajo no consiste solo en hacer vinos, sino en evolucionar con ellos; a eso me refiero cuando digo que el vino es capaz de hablarnos si sabemos escucharlo.
La ilusión, las ganas y la constancia allanan el camino hasta el liderazgo empresarial
Cada producto creado en Bodegas Emilio Moro o Bodegas Cepa 21 se ha construido una personalidad propia. Son vinos llenos de ambición. Porque no conformarnos es también otro de nuestros lemas para lograr el éxito y diferenciarnos. La experiencia nos ha demostrado que resignarse a un resultado mediocre no suele funcionar, que no hay que quedarse a medias y que se debe ofrecer lo máximo, especialmente en un sector tan competitivo y en una era tan dinámica como la que vivimos.
Por último, destacaría la originalidad, entendida como la cualidad esencial para ser verdaderamente únicos. Desde nuestros primeros vinos, hace ya mucho tiempo, siempre hemos buscado diferenciarnos de alguna manera en nuestro sector. Aquí volvimos a darnos cuenta de la importancia de la pasión, porque hay pocos productos tan pasionales como el vino; es un producto de sentimientos. Hay que sentirlo para entenderlo, apreciarlo desde los cinco sentidos, hacer que te llegue al corazón todo lo que lo envuelve: la forma de la botella, los colores, la etiqueta, sus matices… La pasión llega tan lejos como tú quieras, forma parte de nuestra vida. Por eso, para mí es lo más esencial a la hora de ser un líder de éxito, no importa el sector: todo el mundo tiene un líder dentro de sí y una pasión por algo. Si las cosas se hacen con ilusión y con ganas, con constancia y aprendiendo de cada reto, el camino hacia el éxito se vuelve menos arduo y mucho más apasionante y satisfactorio.