
Eliminar la intervención y regulación gubernamental de los mercados y sistemas financieros se ha considerado durante mucho tiempo una herramienta relevante para estimular la economía. Sin embargo, el análisis que he realizado a 16 países latinoamericanos durante el periodo 1973 y 2005, me lleva a la conclusión de que la llamada liberalización financiera no propicia una relación positiva entre desarrollo financiero y crecimiento económico. Todo lo contrario. Vemos que las crisis bancarias emergentes y recurrentes no solo impidieron el crecimiento, sino que el propio proceso de liberalización también las provocó.
Algunas regiones que experimentaron una importante liberalización de sus sistemas financieros, como la latinoamericana, padecieron significativas crisis bancarias entre 1970 y 2000. A principios de la década de 1990, la mayoría implementaron una nueva estrategia de liberalización financiera para ampliar y mejorar el alcance y la profundidad de sus sistemas financieros y promover la diversificación y el crecimiento. Sin embargo, la desregulación y las políticas monetarias resultantes aplicadas en los 90 contribuyeron al surgimiento de nuevas crisis bancarias, como las de México en 1994 y Argentina en 2002, y los graves retrocesos de la cuenta de capital en Brasil en 1998.
Los resultados de la muestra estudiada cuestionan los enfoques teóricos que sustentan el efecto positivo del desarrollo financiero y la liberalización en los países en desarrollo. Las reformas que apuntaban a la apertura del sistema financiero no desempeñaron un papel relevante en el fomento del crecimiento económico. Por el contrario, la liberalización del proceso bancario generó una toma de riesgos excesiva, y condujo a crisis bancarias recurrentes.
Dos características importantes que explican este efecto negativo son los ciclos de auge y caída del crédito. Como consecuencia de las expectativas optimistas en relación con el proceso de liberalización financiera, las reformas contribuyeron al deterioro de los criterios de concesión de préstamos. Y, como la liberalización financiera eliminó las restricciones legales y provocó una reducción en los controles por parte de los bancos, los riesgos de insolvencia siguieron siendo altos.
Tres ejemplos importantes de esto fueron Chile en 1983, México en 1994 y Colombia en 1999. Otro fue Bolivia, que sufrió episodios de hiperinflación en 1986 que derivaron en una crisis bancaria. En estos países, la liberalización financiera promovió enormes cantidades de crédito para el sector privado sin un marco regulatorio prudente, adecuado y eficaz para evitar la acumulación de préstamos en mora y la descapitalización de los bancos de la región.
El proceso de desarrollo financiero se implementó sin regulaciones legales sólidas o adecuadas para promover la eficiencia y ampliar el acceso a los productos y servicios financieros para todas las personas, lo que hizo que los países fueran más vulnerables a las crisis. Esta situación de fragilidad bancaria contribuyó al surgimiento de recesiones que provocaron una restricción en la demanda de crédito privado. Todo ello muestra que las políticas implementadas por los países latinoamericanos para lograr la estabilidad financiera y evitar las crisis bancarias no dieron los resultados esperados.
Las reformas no evitaron los riesgos de insolvencia ni fomentaron la disciplina
Se puede argumentar que el paradigma de la visión del mercado motivó a los bancos latinoamericanos a comportarse de manera imprudente. No les preocupaba aplicar mecanismos efectivos para controlar los riesgos de insolvencia y los marcos normativos y de supervisión no fueron efectivos.
América Latina no se ha recuperado por completo de las crisis bancarias pasadas, una situación que afecta al desarrollo financiero y restringe su efecto positivo en el crecimiento económico. Las reformas políticas para abrir el sistema financiero no se centraron en evitar los riesgos de insolvencia y mejorar la eficiencia del sector bancario para fomentar la disciplina de mercado.
La apertura del sistema bancario no ha sido relevante en el crecimiento económico
Es más, confirman que la liberalización financiera efectiva en los países en desarrollo requiere la inclusión de reformas para mejorar la eficiencia de los bancos, la implementación de mecanismos eficaces para eliminar los riesgos de insolvencia y promover buenas prácticas bancarias. Concentrarse en la estabilidad del sector bancario no es suficiente.
Dado el papel relevante que puede desempeñar el desarrollo financiero en la economía, sería apropiado establecer normativas prudentes de supervisión para promover buenas prácticas bancarias efectivas y reducir vulnerabilidades en el sector bancario.
Es importante centrar la investigación futura en las disposiciones institucionales relacionadas con los procedimientos de insolvencia, la regulación de la quiebra y la supervisión basada en riesgo. Estas cuestiones de gobernanza bancaria arrojarían luz sobre la relación entre el desarrollo financiero y el crecimiento económico y fomentarían buenas prácticas bancarias e instituciones sólidas. Todo ello crearía un entorno proclive para el crecimiento económico.