
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el aún vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, deben aún concretar la fecha exacta en la que Iglesias abandonará el Ejecutivo.
Todo indica que el líder de Podemos quiere servirse del precedente de Salvador Illa y dilatar su presencia en Moncloa hasta prácticamente el inicio de la campaña electoral madrileña. Resulta sencillo descubrir lo que busca con esta demora. Todo se resume en conservar intacta su capacidad de presión sobre las negociaciones de la futura Ley de Vivienda, de la que Iglesias quiere servirse para intervenir el mercado del alquiler residencial. Son múltiples las pruebas del gran valor que el vicepresidente otorga a ese objetivo. Hasta el punto de que se permitió situar la limitación de los alquileres a la altura de los objetivos de desarrollo sostenible que conforman la Agenda 2030. Es más, en el vídeo en el que anunciaba su candidatura a la Presidencia madrileña, aseguró que no abandonaría su actual cargo sin trabajar por que se cumplan varios "compromisos clave" aún pendientes del Gobierno de coalición. Iglesias ha estado dispuesto a todo por lograr su plan de intervenir el mercado del alquiler, como evidencian las tensiones que creó con el Ministerio de Transportes y Agenda Urbana en las últimas semanas. Pero ahora necesita aún más la victoria en esta pugna, para acabar con las malas expectativas electorales que Podemos arrastra en Madrid. Conviene que la facción del PSOE en el Gobierno resista este último pulso que el líder del partido morado quiere plantear.
El aún vicepresidente demora su salida de Moncloa para sacar adelante la intervención de los alquileres residenciales
Esta en juego la preservación del libre juego de la oferta y la demanda en el sector inmobiliario español y, con ella, la seguridad jurídica de inversores y propietarios.