En un momento como el actual, en el que una pandemia nos lleva a cuestionar nuestros propios valores, como individuos y como sociedad, somos más conscientes que nunca de cuáles son nuestras aspiraciones; qué nos importa y qué no. La sociedad ha cambiado, nosotros hemos cambiado. Las personas y el planeta son nuestra prioridad y, por eso, vivir de acuerdo con nuestros principios de solidaridad y de sostenibilidad nos hace sentirnos bien. Ese el mundo en el que queremos vivir.
Por eso, el consumo responsable es una demanda medioambiental y social creciente. Buscamos la sostenibilidad en cada una de nuestras decisiones. Sabemos que cada cosa que hacemos tiene repercusión en los demás y en el medioambiente. El 51% de las personas, creemos que nuestras acciones (donar, reciclar o comprar de forma responsable) sí suponen una gran diferencia y pueden cambiar el mundo, según el sondeo de OnePulse para Futerra. Un 45% duda de hasta dónde puede llegar su influencia, pero solo un 4% piensa que sus actos no tienen impacto en la sociedad y el planeta.
Lo cierto es que cada persona, y sus decisiones individuales, tienen una enorme repercusión en el entorno. En el último trimestre del año se produce el mayor volumen de compras y también el mayor número de devoluciones y de compras compulsivas. En un año como este en el que, más que nunca lo que queremos es sentir cerca a los nuestros, cuidarnos y cuidarlos, no está de más pararse un momento a repensar nuestra lista de prioridades.
La inercia del consumismo y el atractivo de elaboradas campañas de marketing, que ofrecen descuentos, precios increíbles y oportunidades únicas, pueden hacer que nos olvidemos de nuestros principios o que perdamos de vista lo esencial. ¿Necesitamos ese producto? ¿Nos autoengañamos diciendo que es solo porque estamos adelantando compras de regalos que pensábamos hacer igualmente? No olvidemos que lo verdaderamente bonito de los regalos es el hecho en sí de dar, de querer hacer realidad el deseo de quien lo recibe.
Las 3 R, una realidad
Esta idea de promover la satisfacción a través del cumplimiento de los deseos, pero siendo fieles a nuestros principios, encuentra la respuesta perfecta en la economía circular basada en las 3 R: Reducción, Reutilización y Reciclaje. Si en vez de tirar objetos que están prácticamente nuevos, los regalamos a otro, reducimos la generación de residuos y la de producción de bienes de consumo. Son muchos los objetos que merecen una segunda vida y dársela nos aporta mucho a todos: a quienes damos y a quienes recibimos.
Entre conocidos, este tipo de intercambios se ha hecho siempre. En localidades más pequeñas, en las que la gente se conoce más, suele ser más fácil. Pero hoy en día, es frecuente que no conozcamos a todos nuestros vecinos o simplemente puede que tengamos necesidades que van más allá de las que ellos pueden cubrir. Si los avances tecnológicos nos han permitido ir mucho más allá en otros terrenos, ¿por qué no en la economía del intercambio? En Gratix hemos comprobado que es perfectamente posible.
Las personas tienen la voluntad de cambiar las tendencias de un consumismo irracional y destructivo. Por eso, cuando una plataforma como Gratix facilita la creación de comunidades más responsables, circulares y solidarias, que unen su compromiso con el medio ambiente a la experiencia de compartir con los demás que humaniza, obtiene una respuesta tan positiva. En dos años, se han sumado más de 75 mil usuarios.
Gratix, como plataforma, es un reflejo de nuestra filosofía y nuestros valores de mejora continua, de impulso y aceleración de un cambio que ya se está produciendo en la sociedad. Queremos alinear nuestros hábitos con nuestros principios porque sabemos que el mundo cambia si nosotros cambiamos.