El presidente de la CNMV, Sebastián Albella, renuncia a una posible renovación en el cargo. Albella toma la iniciativa y contribuye a despejar incertidumbres sobre su continuidad cuando apenas faltan 10 días para que expire su mandato, y el Gobierno aún guarda total silencio sobre sus planes para ese puesto.
El aún presidente se marcha tras hacer una valiosa contribución a la transparencia del mercado. De ella se benefician los particulares, con la implantación del famoso semáforo del riesgo de las inversiones, y las empresas y sus accionistas, gracias a hitos como la reforma del Código de Buen Gobierno. Pero, sobre todo, Albella demuestra la conveniencia de dejar en manos de técnicos de prestigio el control de las instituciones supervisoras.
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