
Caixabank y Bankia se encuentran ya negociando la fusión entre ambas entidades, capaz de crear el mayor banco de España. Entra así en una fase decisiva un proyecto con lo que se especuló en el sector financiero ya desde la anterior crisis.
Son así muy conocidas las fortalezas y las debilidades de la operación. Entre estas últimas se encuentran unos modelos de negocio que se solaparían, heredados de su pasado como cajas de ahorro. Lo mismo ocurre con la distribución geográfica (resulta significativo que ambos bancos tengan sus sedes en la misma calle de Valencia) y el hecho de que el nuevo gigante concentraría su actividad en el mercado español. Pero no son menores los puntos fuertes. Hay analistas que aseguran que no se requerirían ampliaciones de capital. Es más, los expertos que sí creen que será necesario apelar al mercado opinan que bastaría con una ampliación en el entorno de los 350 millones La unión con Caixabank, además, supone un blindaje ante los posibles intentos de Podemos de tomar a Bankia como base para una nueva banca pública (de ahí el enfado del partido morado ante esta operación). Y no menos importante es la solución que brindaría al modo en que la actual crisis afecta al ratio de rentabilidad de Bankia. En su caso, esta variable ha bajado por debajo del 3%, cuando los niveles convenientes se sitúan en el 10%.
La caída de la rentabilidad conduce a operaciones corporativas como las que señalan el BCE y el Banco de España
Es un problema generalizado en la banca europea, especialmente la española, que la recesión económica ya en marcha amenaza con agravar, hasta el punto de que las rentabilidades alcancen niveles negativos en 2021. Las llamadas del BCE, el Banco de España y la AEB a acometer fusiones ante este escenario no son ociosas. Es ya posible afirmar que el camino por el que discurre la fusión entre Bankia y Caixabank es el adecuado.