Opinión

Gestión aún peor de la epidemia

El ministro de Sanidad Salvador Illa

Casi un semestre después de decretarse el estado de alarma, Sanidad sigue mostrándose incapaz de solucionar los problemas más graves que afrontó en ese periodo. Especialmente clamorosos resultaron los que afectaron a la compra y distribución de material sanitario, hasta el punto de que varias empresas privadas tuvieron que tomar la iniciativa para evitar el desabastecimiento total.

El Gobierno no está ahora en mucho mejor situación. Resulta inaudito que, meses después de cerrar la compra, Sanidad no haya recibido más que un 17% de las mascarillas que adquirió. El porcentaje es aún más bajo (14%) en caso de equipos igualmente básicos como batas y monos para el personal médico. De nada sirvió la experiencia acumulada durante el estado de alarma o, más recientemente, la labor de la Comisión de Reconstrucción. Las conclusiones de su mesa de trabajo sobre Sanidad no se han sustanciado en medidas concretas. La misma suerte corre la iniciativa de crear una central de compras de este tipo de material. La iniciativa repite el error de volver a confiar en el Ingesa (el antiguo Insalud), un organismo que se vio totalmente desbordado entre marzo y junio. Pero más grave aún es que el acuerdo marco de esta nueva central ni siquiera está redactado. Herramientas aún más elementales, especialmente el protocolo de intercambio de datos entre Estado y autonomías, tampoco están listas. La descoordinación de Administraciones dificulta así un aspecto ahora crucial, en plena oleada de rebrotes, como es calcular cuál es el número exacto de nuevos contagiados diarios en España.

Sanidad sigue sin recibir todo el material sanitario comprado y sin coordinarse como debe con otras Administraciones

La gestión de la segunda oleada de la epidemia, con Sanidad a la cabeza, es aún más deficiente que la protagonizada en la primera etapa y amenaza con perjuicios aún mayores.

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