
Resulta cuando menos sospechoso que quienes más se felicitan y disfrutan por el cese fulminante de Cayetana Álvarez de Toledo al frente de la portavocía del Grupo Popular en el Congreso sean los partidos de la coalición de Gobierno y sus acólitos mediáticos. Los mismos que, por otra parte, son quienes mejor consideran a Teodoro García Egea. El controvertido secretario general que bajo el pretexto de un giro hacia la moderación, y con el consentimiento de Pablo Casado ha iniciado una caza de brujas en el Partido Popular, de consecuencias difícilmente previsibles y cuya primera víctima ha sido Cayetana, pero que no será la última.
Caza de brujas con la que la actual dirección intenta cerrar de una vez por todos la crisis latente en el partido desde el congreso extraordinario de julio de 2018, y dar, al mismo tiempo un golpe de mano interno para reforzar el liderazgo de un Pablo Casado muy debilitado por los resultados de las elecciones en Galicia y el País Vasco. En las primeras la repetición de la mayoría absoluta es un triunfo personal de Alberto Núñez Feijóo, que se consolida como la gran esperanza blanca del centroderecha, mientras que en el País Vasco la pérdida de votos y de escaños se atribuye a la dirección nacional y a la imposición manu militari del candidato de Casado frente a Alfonso Alonso y la cúpula de los populares vascos.
Voces autorizadas de la sede nacional de Génova y referentes históricos del partido coinciden en que el relevo de Cayetana no es un triunfo de Casado, ni del aparato, sino una deriva más de una formación que sigue buscando la identidad perdida y sometido a ese complejo de inferioridad que le impide consolidarse como opción real de Gobierno.
El problema del PP es sigue sin saber que quiere ser de mayor
"Feijóo no ha tenido nada que ver en esto", aseguran las citadas voces, mientras corroboran que "Teodoro apunta ahora a los barones". Se trata de controlar las organizaciones regionales, para maniatar a sus líderes, algunos muy críticos con Casado, y reducir a la mínima expresión la contestación interna y el papel de los órganos de dirección, al más puro estilo de lo que ha hecho Sánchez con el PSOE. Y en esta labor de acoso y derribo de los que molestan, quienes están en la pomada de lo que acontece apuntan que "la siguiente operación es la caída en desgracia de Isabel Díaz Ayuso", la presidenta de la Comunidad de Madrid, precisamente otra de las bestias negras del Gobierno socialcomunista y la que "ya están acorralando".
Resulta sospechoso que quienes más se felicitan por el cese fulminante de Cayetana Álvarez de Toledo sean los partidos de la coalición de gobierno y sus acólitos mediáticos
El problema del PP de Pablo Casado es que sigue dando la impresión de que no sabe que quiere ser de mayor, sin entender que en España hay tres urgencias importantes sobre las que, hasta el momento, no han sabido proponer ni pronunciarse: los rebrotes de la pandemia, la crisis económica con sus secuelas en el paro, y la crisis institucional. Esas son las cuestiones a las que el partido debe responder con algo más que con operaciones propias del aparato dirigente.
Voces autorizadas del PP afirman que "Feijóo no ha tenido nada que ver en esto" y apuntan que la próxima víctima de la caza de brujas puede ser Isabel Díaz Ayuso
Por ello, sin cuestionar los nombramientos –el del alcalde Martínez Almeida me parece especialmente acertado para resucitar una política de imagen y de comunicación tan ineficaz como anodina- lo cierto es que en el primer tiempo del partido la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo a quien alivia y regocija es al tándem Sánchez-Iglesias y a la banda de los Frankestein. Veremos si con la vuelta al terreno del juego político y parlamentario los cambios decididos son los requeridos para el PP vuelva a presentarse con un mensaje y un liderazgo definidos y para recuperar el papel de casa común del centroderecha que sus votantes esperan y España necesita.