
Es evidente que el transporte aéreo comprime el tiempo y el espacio, al conectar casi cualquier punto del globo con otro; además los aviones modernos se mueven más rápido que los tiempos de incubación de muchas enfermedades, sobre todo en las variantes de la gripe.
El sistema global del transporte aéreo se puede parar rápidamente, porque los pasajeros se vuelven reacios a volar por el riesgo de enfermar por contagio a bordo. Cualquier enfermedad de propagación rápida, no sólo pone en riesgo a los viajeros, sino que puede propagarse a sus familias, a otros en sus lugares de trabajo y comunidades donde habitan, a los empleados de aerolíneas y aeropuertos, a los agentes de socorro y atención a la salud pública-médicos, enfermeros, ambulancistas, etc.-
A la postre, la propagación de una pandemia puede causar interrupciones de actividad que, en cascada, llegan a toda la sociedad y acaban en significativas pérdidas económicas, e incluso en una gran inestabilidad política.
La búsqueda de soluciones a crisis anteriores en los aeropuertos hizo plantearse una serie de preguntas que creo son pertinentes a la situación general española hoy: ¿qué procedimientos existen para obtener, información sobre los pasajeros, inmediata, oportuna y completa, para aquellas agencias que lo necesitan?, ¿cuáles son los factores socioculturales que dan forma a la reacción pública ante una enfermedad transmisible, y cómo utilizan, para informar al público y comprometerlo en la respuesta, las partes interesadas, los medios tecnológicos, disponibles y emergentes?,¿cuáles son los medios más efectivos para difundir información, para la población en general, sobre enfermedades transmisibles?, ¿cuán efectivas son las evaluaciones de salud en los aeropuertos de partida del vuelo, y otras estrategias de exclusión fronteriza, para proteger al público de las amenazas de enfermedades?
La comprensión temprana del riesgo potencial es fundamental
Al responder a éstas y otras preguntas, los responsables de actuar en los aeropuertos en los casos de propagaciones de enfermedades contagiosas pasadas, se encontraron con una serie larga de dificultades que sirven para hoy. Decían los que participaron en las resoluciones de varios casos, por ejemplo, SARS del año 2003;
Para conseguir una respuesta fluida es crítica la notificación avanzada de lo que ocurre. La comprensión temprana del riesgo potencial es esencial, con ajustes a la implantación del plan para adaptarse a los riesgos reales. Saber, y poder, recopilar y validar información es crucial.
Todo lo que haya que hacer para enfrentar el problema lleva más tiempo de lo previsto. Hay que procurar construir relaciones entre los organismos de respuesta por adelantado. Responder efectivamente a un incidente con enfermedad altamente infecciosa y con un alto número de posibles exposiciones a la enfermedad, necesita la participación de todo el espectro de copartícipes interesados. Se necesitan construir relaciones con los socios copartícipes.
En las situaciones de crisis nunca hay que tomar decisiones apresuradas
El tratamiento a darle es político y con alta visibilidad. A veces, para los funcionarios profesionales de la Salud es difícil trabajar junto a funcionarios (políticos) electos. Las lagunas en autoridad y procedimientos son un factor de complicación importante para la planificación y la respuesta a dar. Las respuestas efectivas dependen de la personalidad y la forma de relacionarse entre todos los implicados en el tratamiento de la enfermedad.
No hay que apresurarse en la situación de crisis. La respuesta es complicada: hay muchos intervinientes, múltiples prioridades y consideraciones. Tener un incidente real puede motivar al Gobierno, departamentos territoriales, de Sanidad y otras copartícipes interesados, a mejorar la colaboración, comunicación, planificación y comprensión mutua.
Esta experiencia aeroportuaria me sirve para tratar de mandar un mensaje a la sociedad española, nada es sencillo y todo necesita una colaboración y comprensión profunda.