
En los últimos años, se han producido cambios muy relevantes en el entorno empresarial debido, entre otros, a la transformación digital, cambios en la forma de operar en los mercados y proliferación de marcos regulatorios en distintos ámbitos. Todo ello nos empuja a poner el foco, cada vez más, en los temas relacionados con la sostenibilidad y la información no financiera asociada.
La regulación de esta información no financiera en España se rige actualmente por la Ley 11/2018, conocida como la Ley de Información No Financiera. Se publicó un 28 de diciembre con carácter retroactivo. Aunque pudiera parecer una inocentada, no lo fue, y provocó un quebradero de cabeza para los departamentos financieros de las empresas sujetas a esta ley (entidades de interés público de más de 500 empleados, entre ellas, cotizadas y otras grandes empresas) que tuvieron que preparar en tiempo récord un Estado de Información No Financiera (EINF) acorde a la ley para su aprobación por el Consejo de Administración. Este documento contiene, entre otros, la descripción del modelo de negocio e información sobre aspectos relacionados con medioambiente, cuestiones sociales y de personal, respeto de los derechos humanos, lucha contra la corrupción y soborno, y con la sociedad, a través de indicadores y otra información cualitativa. Uno de los problemas habituales en la confección y supervisión del estado de información no financiera es la captura, agregación y consolidación de la información que, en muchos casos, es un proceso muy complejo debido a los numerosos indicadores, sistemas dispersos, responsables en distintas geografías, etc.
Se demanda mayor transparencia en las prácticas empresariales por sostenibilidad
Tras este maratón, las revisiones llevadas a cabo desde el inicio del año 2020 por los supervisores de los mercados financieros (ESMA y CNMV) y otras instituciones como la Alianza por la Transparencia Corporativa han puesto de manifiesto que la información no financiera publicada no es suficiente para medir, supervisar y gestionar su efecto en la sociedad y en el medioambiente. La propia Comisión Europea ha emitido una consulta pública hasta el 11 de junio sobre la Directiva de Información No Financiera para mejorar la calidad y el alcance de la información que las empresas sujetas a esa obligación tienen que publicar anualmente para cumplir con las obligaciones de divulgación y dar a conocer a los inversores el grado de sostenibilidad de sus inversiones. Por otra parte, los riesgos medioambientales, sociales y de gobierno, ESG por sus siglas en inglés, son cada vez más relevantes para los distintos grupos de interés, que demandan una mayor transparencia en relación a la divulgación de información sobre sostenibilidad y en las prácticas empresariales y planes subyacentes.
Está claro que existe un gran gap entre la documentación reportada por las compañías en relación a la información no financiera y las expectativas de los grupos de interés que la consideran clave para la toma de decisiones empresariales. Quedarse quieto y esperar a que todo pase en el ámbito ESG no es una opción. La implementación de sistemas de control que permitan mejorar la calidad de esta información es un elemento de debate en cualquier consejo de administración y foros de inversores, así como en instituciones públicas y privadas que abogan por modelos de negocio sostenibles o los reguladores que buscan mayor transparencia del mercado.
Las firmas que lo hagan mejor adquirirán un importante ventaja competitiva
Desde nuestra experiencia, estos Sistemas de Control Interno sobre la Información No Financiera (SCIINF), si se utilizan de manera adecuada, pueden ir más allá del mero cumplimiento y aportar valor a la empresa. Pero, ¿en qué consiste el SCIINF? Resumiendo mucho, sería el conjunto de políticas y procedimientos que aseguran la fiabilidad de la información no financiera, tales como una política general e instrucciones concretas de reporte del EINF, un mapa de información no financiera, una matriz con priorización de indicadores o unas matrices de riesgos y controles. Pero no se trata de pasar de cero a cien, es conveniente realizar un buen ejercicio de dimensionamiento "bajo control". Esto exige un primer diagnóstico y análisis de los mecanismos de control que ya dispone la compañía y que muchas veces pasan por que varios departamentos, normalmente el financiero y el de sostenibilidad, "hablen" de ello.
En resumen, auguramos un gran trabajo por parte de las compañías para poder afrontar los nuevos retos y anticiparse a los requerimientos en materia de información no financiera que se publicarán a corto plazo. La buena noticia es que, si bien queda mucho camino por recorrer, también se dispone de muchas lecciones aprendidas. Como diría Einstein, "en el medio de la dificultad está la oportunidad". Aquellas empresas que dispongan de mejor información no financiera podrán adquirir una ventaja competitiva y aportar mayor valor a la sociedad.