
El Plan de Reconstrucción de la Comisión Europea contra la crisis se somete hoy a su primera prueba, con un alcance a futuro mayor de lo esperado. Lo que parecía una cumbre europea de jefes de Estado y de Gobierno más protocolaria que ejecutiva presenta visos de que allanará el camino para que, en julio, se incluya una importante modificación sobre el borrador que mostró Bruselas el mes pasado.
En ese documento, el acceso al fondo de 750.000 millones, la mayoría destinado a transferencias directas, ya se hacía referencia a que los países beneficiarios debían presentar una propuesta de reformas para su economía. Ahora, todo apunta a que también se les exigirá una hoja de ruta de ajustes para volver a los compromisos comunitarios de estabilidad presupuestaria. Resultaba previsible que los Estados frugales del norte no iban a aceptar la firma de un cheque en blanco para Gobiernos que se presentan con tan pésimas credenciales como el español. Nuestro país no tiene siquiera un techo de gasto (mucho menos unos Presupuestos) aprobado para 2021, mientras su déficit público camina hacia el 14% del PIB y la deuda rebasará el 100%. Al ritmo que sigue creciendo el desembolso de las Administraciones (con medidas como el reciente ingreso mínimo permanente) ni aun en el caso de que se aprobaran las alzas fiscales que el Ejecutivo persigue se conseguiría siquiera aproximar todos esos desequilibrios a los niveles que Bruselas exige.
Los ajustes serán una condición 'sine qua non' para acceder a las transferencias del plan de rescate de la Comisión
En un escenario así, agravado por una recesión que amenaza con llegar al 15%, los recortes de gasto ya no son una opción, como ya reconoce el presidente Sánchez, sino condición sine qua non para acceder a unas ayudas de las que España no puede prescindir.