EEUU pone en su punto de mira uno de los impuestos con los que la UE quiere financiar su plan de reconstrucción: la tasa Google.
El gravamen sobre las tecnológicas es el tributo que menos aportaría, 1.300 millones anuales, pero amenaza con un coste mucho alto si Europa se afana en enfrentarse a Washington y lo implanta unilateralmente, ahora que la OCDE pospuso el debate sobre este proyecto. El ejemplo de Francia evidencia que el presidente Trump no duda en trasladar sus represalias al comercio. Una ofensiva arancelaria resultaría letal para el sector exterior europeo y para el mismo Plan Marshall de la Comisión. Conviene que los países más partidarios de la tasa Google, entre ellos España, consideren el alto precio que puede exigirles.