
Las principales patronales expresan en elEconomista su preocupación por la parálisis en que sigue sumida la economía española. El horizonte más próximo, lejos de aclararse, se volvió a llenar de incertidumbre el pasado sábado, cuando el presidente Sánchez anunció su propósito de prorrogar el estado de alarma por un mes más.
El nuevo plazo es, de por sí, preocupante debido a la posibilidad de que expire justo cuando el Congreso termina sus actividad ordinaria, y entra en funcionamiento la Comisión Permanente. Bajo un control parlamentario más diluido, resulta factible que las restricciones de movilidad sobrevivan al estado de alarma oficial y la limitación de los derechos fundamentales se prolongue, con otras coberturas, hasta octubre. Pero los empresarios señalan otro peligro, incluso más inmediato. La economía sigue hibernada sine die, ayuna de un verdadero plan de estímulos, y se imposibilita una verdadera reactivación. No son especulaciones. En Italia, el primer ministro Conte habló con sensatez al argumentar que es inviable esperar a que exista una vacuna, y un riesgo cero de extensión del Covid, para levantar las restricciones al tejido productivo. En nuestro país, el Banco de España ya lanzó una alerta temprana sobre lo que supondría llevar el confinamiento hasta junio (lo que ya está cerca de ocurrir en varias autonómias). Las patronales consultadas hacen un cálculo incluso más concreto y hablan de un daño de cerca de 48.000 millones para el PIB.
Las restricciones a la movilidad, que pueden llegar a octubre, amenazan con una recesión sin parangón en España
Resultaría suicida resignarse a un deterioro mayor del que ya parece inevitable, con una recesión cercana al 10% sólo en el presente ejercicio. La parálisis económica debe terminar ya, si se quiere evitar un daño que tardará décadas en repararse.