
El Plan de Estabilidad revela los cálculos del Ejecutivo sobre el daño económico de la epidemia. El impacto en 2020 es demoledor, con una caída del PIB del 9,2% y una tasa de paro en el 19%. La recesión no se compensará ni aunque se cumpla el optimista augurio de que la economía avance un 6,8% en 2021.
Es más, en ese ejercicio se planteará un problema de mayor calado, ya que el déficit público heredado de 2020 escalará al 10,3% y la deuda al 115% del PIB. Las ayudas europeas brindan un auxilio parcial. Descartados los eurobonos (la vicepresidenta Calviño ni los menciona), quedan los préstamos del MEDE y el fondo SURE para el empleo, pero se limitan a gastos relacionados con la epidemia. El problema estriba en que España presenta un déficit estructural (ajeno al ciclo económico) superior al 3%, por lo que ya incumple el Pacto de Estabilidad. Para corregirlo el Gobierno propone la peor de las soluciones: subir impuestos. Este plan carece de visos de prosperar, ya que exige la misión casi imposible de aprobar unos Presupuestos. Pero aún más preocupante es el daño que infligiría a la economía. Las empresas afrontarían un tipo de Sociedades más alto cuando las estimaciones de beneficios del Ibex caen un 43% y la recaudación de este tributo desciende un 8%. De hecho, aunque el PIB avanzara un 7% en 2021, es imposible que el total de los ingresos fiscales compense un gasto público que crece un 10,5%.
El Gobierno fía la reducción del déficit estructural a las subidas de impuestos lo que aboca a España a un rescate
La solución pasa por la única vía a la que el Gobierno se cierra: reducir el desembolso con medidas como reformar la Administración, racionalizar el gasto de la Seguridad Social o favorecer la unidad de mercado. Su negativa impide bajar el déficit estructural y sitúa a España al borde del rescate europeo..