Tras más de 40 días de confinamiento, la economía española afronta el que es quizá el más dramático horizonte de su historia. Los expertos consultados por elEconomista no sólo dan por perdido el presente ejercicio (con una recesión que ya puede llegar al 8% según el FMI).
Además, consideran que serán necesarios cuatro años para recuperar el nivel que presentaban en 2019 el PIB y el empleo. En paralelo, el 71% de los analistas auguran que la prima de riesgo continuará su escalada y rebasará la barrera del 2%. Pero la situación amenaza con ser mucho peor si, como el Banco de España advierte, la normalización se retrasa hasta el inicio del verano. Ante la premura de los tiempos, la definición de un plan de desescalada no puede demorarse más. Desde luego, no es factible esperar al 20 de junio para conocer los resultados del ensayo epidemiológico de Sanidad (un plazo al que el ministro Illa, en otra de sus rectificaciones, resta ahora importancia). Pero tampoco se hallan las soluciones en la Mesa de Reconstrucción, reconvertida en comisión parlamentaria. Ésta arranca ya con polémica, dado que PSOE y Podemos iniciaron ayer sus trámites sin contar con el PP. Más allá de las previsibles disputas políticas, la comisión se verá lastrada por los largos plazos que imponen las discusiones parlamentarias. En paralelo, tampoco cabe esperar una pronta ayuda europea, ante las persistentes dificultades de la UE para lograr un mínimo acuerdo.
Una hoja de ruta de este tipo es ya crucial para evitar que la recuperación económica se demore durante años
Sólo queda una vía para evitar una recesión aún peor que la ya desencadenada. Ese camino pasa por dejar de prorrogar el estado de alarma y diseñar un verdadero plan de reactivación con amplia colaboración no sólo de partidos, sino de autonomías, expertos y agentes sociales.
