
E l día 13 de marzo les recomendaba que se fueran de vacaciones o que compraran. Aclaraba que de vacaciones "mentales", para no expandir el virus. Sobre todo que no vendieran en pánico. Más que nada porque la historia demostraba que eso siempre ha sido un error.
Desde entonces el mercado norteamericano ha recuperado un 30% - más todavía el índice tecnológico – y el europeo un 22%. Lo que nos lleva a la siguiente fase, que se caracteriza por tres preguntas. Una: si no vendimos entonces ¿deberíamos vender ahora? Dos: si compramos ¿habría que realizar beneficios? Y tres: si mantenemos posiciones ¿hasta cuándo?. Al final todo lleva a la misma cuestión: qué va a hacer el mercado. Pero como estamos hablando de temas sanitarios donde ni siquiera los expertos se ponen de acuerdo, esta vez es más complicado hacer predicciones. Pero tengo una idea relativamente clara de por donde pueden ir los tiros en función de los acontecimientos.
El mercado se ha recuperado porque ha recibido una dosis de dinero y otra de esperanza
El mercado se ha recuperado porque ha recibido una dosis de dinero y otra de esperanza. La primera es evidente: si se trata de mantener el motor al ralentí para que cuando haya que meter la primera reaccione y avance, la clave es que no se para porque se haya quedado sin gasolina. Y vaya si le han llenado el depósito: la inyección de liquidez de los bancos centrales supone aproximadamente un 10% del PIB mundial y los programas de estímulo económico prometidos por los gobiernos suman un 4%.
En cuanto a la esperanza, se apoya en qué el número de fallecimientos está tocando techo y en algunos casos se está reduciendo, lo cual abre la puerta a que lo siguiente sea que tanto la expansión como la mortalidad generada por el virus decaigan.
Porque al final para los mercados la ecuación es muy sencilla: lo importante no son los datos surrealistas de paro o de actividad económica que salgan ahora, puesto que se da por descontado que serán horribles, lo importante es saber cuándo vamos a volver al trabajo.
En mi opinión, la posición del mercado es que si no se demora mucho esa vuelta a la actividad esto es algo que se puede superar. Y más pronto se vuelva, mejor. Es más: como consecuencia del shock probablemente la mayoría de la población mundial se centre en "las cosas del comer" que en otras cuestiones más propias de épocas de bonanza. Ese cambio en el orden de prioridades es bueno para la recuperación.
Hace tiempo llegamos la conclusión de que las bolsas se moverían de forma inversamente proporcional a la curva de fallecimientos y contagios. Y de momento la correlación sigue siendo positiva. Pero como la vuelta al trabajo y la reapertura de la economía se retrasen un día más de lo que los mercados consideren aceptable - y no estamos muy lejos – en ese momento todas las apuestas están abiertas.
Al final el timing de compra o de venta en bolsa lo va a dar que cumplamos o no con el timing previsto para la vuelta a la normalidad económica. ¿Que se va cumpliendo? Seguirá a la recuperación ¿Qué se atasca? Si pensaba vender, hágalo, porque a partir de ahí la cosa cambia. Y lo que hay que mirar no son los datos económicos de hoy, sino los plazos de vuelta al trabajo de mañana.
La recuperación no será la misma ni en todos los países ni en todos los sectores. Abrir restaurantes, bares y hoteles será más complicado que reabrir fábricas y oficinas. Las primeras cada vez usan más robots y se pueden mantener fácilmente las distancias de seguridad. En las oficinas se puede teletrabajar. Una gran parte de la economía puede volver a la normalidad en un plazo relativamente corto, salvo en países como el nuestro, cuyos gobiernos no se preocuparon de fomentar alternativas al turismo o la hostelería.
También hay que vigilar los avances o los retrasos en la consecución de tratamientos antivirales. Si yo se que puedo salir a la calle y que en lugar de riesgo de muerte mi riesgo es pasar una mala gripe, es más fácil que salga y consuma.
Finalmente, los imponderables, tan importantes en los mercados. En el lado positivo podrían venir porque se descubriera y aprobara un tratamiento antiviral efectivo incluso antes de lo previsto. O que disminuyera la virulencia de la enfermedad. Todavía no se sabe, pero tampoco se puede afirmar que no sea estacional. O que el famoso denominador – población inmunizada de una u otra manera – fuera mayor de lo esperado. ¿Y en el lado negativo? Cualquier cosa que pudiera retrasar la vuelta al trabajo.